Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

viernes, 7 de abril de 2017

Carnaval: CELESTE, NOVELA FANTÁSTICA, de Enrique Losada

"... causa el mismo frío y espanto que ver una careta arrojada al suelo, el miércoles de ceniza."

El carnaval *

Hombres graves; ¿a qué censuráis el carnaval? ¿Es ya tan feo el mundo que se espanta de su propio retrato?

Si en estos tres días, huye la hipocresía de las conciencias representando los vicios en su horrible desnudez la comedia humana, no es el verdadero carnaval sino en los muchos restantes, que visten al hombre de apariencias engañosas y cubren su faz con seriedad fingida.

Ahora es cuando realmente se desenmascara la sociedad, cuando el hombre se acerca al hombre, sin los requisitos de un cumplimiento forzado para decirle más de cuatro verdades.

¡Ah! El carnaval no es este; el carnaval es mucho más largo.
 
¿Hasta cuándo no concluyen sus ficciones?
 
¡Ved a un cadáver! No se inmuta ni se altera; es la primera vez que está serio, desde que nació al mundo.
 
La presencia de un muerto causa el mismo frío y espanto que ver una careta arrojada al suelo, el miércoles de ceniza.
 
Parece, pues, mentira, que la humanidad haya sido tan inocente, que no haya caído en la broma.
 
Los hombres al nacer toman un traje, extraño a ellos, y se cubren con una máscara.
 
Así empieza el carnaval de la vida.
 
Cada cual se pone de manera que con dificultad le conozcan.
 
Por eso hay personas que son como esos alcázares orientales que, descuidando la apariencia exterior, presentan por fuera un muro almenado, y esconden por dentro la más rica, la más complicada y la más bella de las arquitecturas.
 
Por eso hay personas que son como esos elevados mausoleos que, ostentando a la vista letras de oro y estatuas alabastrinas, ocultan en su interior polvo, podredumbre y gusanos.
 
La mayoría de los hombres célebres ha elegido cuerpos defectuosos, cuando menos, feos.
 
No os guieis por la careta. Esopo fue horrible, Homero era ciego y andrajoso, Safo fue chata, Descartes asustaba, Napoleón, el grande, era pequeño y barbilampiño, Milton ciego, Alarcón jorobado, Cervantes manco, Camoens tuerto, Byron cojo. 
 
Sí; la vida es un carnaval.


Enrique Losada (España, siglo XIX).
 
* Para la transcripción del texto he optado por una ortografía actualizada con el fin de simplificar su lectura.

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