Regresa la primavera a Vancouver.

lunes, 9 de junio de 2014

Espejos (39): LOLITA, de Vladimir Nabokov

"... una cama doble en el espejo, una puerta de ropero con espejo..."
 
(Fragmento)

Parodia de pasillo de hotel. Parodia de silencio y muerte.

- Oh, es el número de nuestra casa -dijo Lo, alegremente. Había una cama doble, un espejo, una cama doble en el espejo, una puerta de ropero con espejo, una puerta de cuarto de baño ídem, una ventana azul oscuro, una cama reflejada en ella, la misma en el espejo del ropero, dos sillas, una mesa con tapa de cristal, dos mesas de noche, una cama doble: una gran cama de madera, para ser exacto, con un cubrecama de felpilla, y dos lámparas de noche de pantallas rosas y rizadas, a derecha e izquierda. Estuve a punto de dejar un billete de cinco dólares en esa alma sepia, pero pensé que la generosidad sería mal interpretada, y puse un cuarto. Agregué otro. Se retiró. Clic. Enfin seuls.

- ¿Dormiremos en un solo cuarto? –dijo Lo. Sus rasgos adquirieron un peculiar dinamismo: no era enfado ni aversión (aunque estaban al borde mismo de ello), sino mero dinamismo como siempre que quería hacer una pregunta de violenta trascendencia.

- Les he pedido que pongan un catre. Dormiré en él, si quieres.

- Estás loco.

- ¿Por qué, querida?

- Porque cuando mi querida mamá lo descubra, querido, se divorciará de ti y me estrangulará a mí. Sólo dinamismo. Sin tomar la cosa demasiado en serio.

- Óyeme -dije sentándome, mientras ella permanecía a pocos pasos, mirándose con satisfacción, no desagradablemente sorprendida de su propio aspecto, colmando con su resplandor rosáceo el sorprendido y complacido espejo del ropero.

- Oye, Lo. Aclaremos esto de una vez por todas. Prácticamente, soy tu padre. Siento gran ternura por ti. En ausencia de tu madre, soy responsable de tu bienestar. No somos ricos, y mientras viajemos, estaremos obligados a... Tendremos que andar juntos bastante tiempo. Dos personas que comparten un cuarto inician inevitablemente una especie de... cómo diré... una especie de...
 
- La palabra es incesto –dijo Lo, y se metió en el ropero, volvió a salir con una risilla joven y dorada, abrió la puerta contigua y después de mirar dentro cuidadosamente, con ojos humosos, para no cometer otro error, se retiró al cuarto de baño.
 
 
 Vladimir Nabokov (Ruso nacionalizado estadounidense, 1899-1977)

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