(Fragmento final del diálogo en el que intervienen: Dante Alighieri, Cimabue, Guido Cavalcanti, Cino da Pistoia, Cecco Angioleri, Andrea Orgagna, Fra Filippo Lippi, Sandro Botticelli, Paolo Uccello, Donatello, Jan van Scorel)
Y ahora la noche se aclaraba. Y Dante volvió a hablar con Jan van Scorel, y le dijo:
- Júzganos.
Y Jan van Scorel respondió:
- Me ha guiado el amor y lo seguiré dondequiera que me
lleve. Nací junto a un mar gris, en un pueblo en las dunas, y trabajé en
Amsterdam con mi maestro Jacob Kornelisz. Tenía una niña modesta y blanca, de
doce años. La amaba y me fui a ganar dinero para casarme con ella. Y vi Speyer, Estrasburgo y Basilea. En Nurem- berg visité a Alberto Durero, y pasé por Estiria
y Carintia. Ahora bien, había en esta región un gran barón que se enamoró de mi
pintura. Tenía una hija ardiente y hermosa. Me ofreció que la casaría conmigo. Pero tenía
en mi corazón la imagen de la niña de mi país, tan dulce, tan pura. Rechacé a
la tentadora. Y fui a Venecia, donde un padre de las beguinas me llevó a
Jerusalén para ver el Santo Sepulcro. Allí llegué a conocer la religión. Luego
regresé vía Rodas y Malta otra vez a Venecia. De ahí viajé a Roma, donde el Papa me
apoyó. Y sufro, porque mi amor se siente atraído por mi tierna niña; pero mi
deseo es la tentadora de Carintia. Pero no podía pintar a la Virgen sin
hacerla a semejanza de mi prometida; y sólo puedo imaginarme a Eve y Madeleine
en el parecido de aquella cuyos ojos solicitantes me invitaron a romper mi
juramento. Esta es mi historia: pero, oh Maestro, extiendo mi mano a mi amor.
Y Dante le dijo:
- Por lo tanto, nos has juzgado, porque no has abandonado a
tu guía. Y te llevará más alto de lo que piensas, tal como el mío me ha
llevado a mí. ¡Oh, Jan van Scorel, te sentirás miserable y decepcionado! La que
amas está casada con un comerciante de oro; y tampoco encontrarás a la tentadora.
Entonces entrarás en la religión y procla- marás tu arte a través de ella y en
ella. Porque religión es el término del amor, o que la guía nos tome de
la mano para subir la escalera sagrada, o que nos abandone frente al primer
escalón.
Y Dante , alzando los ojos al cielo, vio una
constelación límpida como agua temblo- rosa:
- Beatriz nos está llamando -dijo-, y tenemos que
regresar. Recuerda las palabras divinas: "Busca y encontrarás".
El prado secreto desapareció con sus formas en la
noche blanca. Y el pintor Jan van Scorel reconoció que estaba en la antigua Vía Latina; y, con la mirada baja, regresó a Roma.
Marcel Schwob (Francia, 1867-1905).
La ilustración corresponde al Parque del Acueducto en la Vía Latina de Roma, al atardecer.
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