- ¡Un cristiano! -exclamó la turca, sorprendida-. ¿A quién?
- Al vizconde Gastón Le Hussière -replicó la duquesa.-. ¿Ese francés que luchó por la República de Venecia?
- Sí, señora.
- ¿Por qué razón el León de Damasco tiene interés en ese maldito giaurro?*
- Lo desconozco.
- ¿Acaso se habrá quebrantado su fe como buen seguidor de Mahoma?
- Me parece que no.
- ¡Considero demasiado generoso al León de Damasco!
- ¡Querrás decir caballeroso!
- En un turco ese nombre no va muy bien -contestó la sobrina del bajá-. ¿Qué pretenderá hacer con ese hombre?
- No te lo sabría decir. No obstante, creo que desea mandarle como
embajador a Venecia.
- ¡No, Gastón; no hables! -suplicó Leonor-.¡De ello depende vuestra
curación!
- ¡No!… -dijo el vizconde-. ¡No quiero!
- ¿Qué deseas, Gastón? -inquirió la duquesa.
- ¡Ámame! -suspiró el vizconde-. ¡Qué la muerte me llegue
contemplándote… así…, igual que aquella noche… en Venecia!…
- ¡No habléis! -insistió por tercera vez el médico-. ¡Debo responder con
mi cabeza de vuestra curación!
En aquel instante lanzaron una tremenda exclamación los centinelas que
paseaban sobre cubierta.
Emilio Salgari (Italia, 1862-1911).
* Giaurro es una antigua expresión italiana hoy en desuso, aplicada a los turcos que confrontaban a los cristianos.
Las ilustraciones corresponden a un cartel de la adaptación cinematográfica en español de la novela y a la portada de un volumen autoría de Emilio Salgari que incluye El capitán Tormenta, predecesora de El león de Damasco.
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