"Entra al salón un vejete (...) Al ver a la muchacha durmiente, sonríe y se acerca a ella de puntillas."
Es un caluroso mediodía. En el sofá del salón está semitendida una joven de dieciocho años. Las moscas revolotean frente a su cara; a sus pies yace un libro abierto; los labios, entornados, dejan escapar apenas el sutil aliento. La joven duer- me.
Entra en el salón un vejete de los que Gógol llamó «sementales de ratón». Al ver a la muchacha durmiente, sonríe y se acerca a ella de puntillas.
- ¡Qué encanto! -musita, chasqueando los labios con fruición-. Es la bella… ¡je, je, je!, la bella durmiente… ¡Qué lástima no ser pintor! Esta cabecita…, esta mano…
El viejo se inclina hacia la doncella, le acaricia el brazo con su mano acorchada y… ¡Paf, un beso! La muchacha respira profundamente, abre los ojos y mira extrañada al anciano.
- ¡Ah, es usted, señor duque! -murmura, tratando de vencer su somnolencia-. Perdón, creo que me he dormido.
- Sí, sí, está usted dormida -balbucea el duque-. Está usted dormida y soñan- do conmigo… Me ve usted en sueños… Duerma, duerma… Está usted soñando…
La joven le cree y cierra los ojos.
- ¡Qué fastidio! -se lamenta mientras procura dormirse de nuevo-. ¡Siempre sueño con bestias o con bribones!
El duque, al oírla, se esfuma.
Antón Chéjov (Ruso fallecido en Alemania, 1860-1904).
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