El pasado 5 de agosto -fecha que siempre he considerado le pertenece a Marilyn, porque es el aniversario luctuoso de su suicidio- consignaba la cifra de 555,555 visitantes en Mitos y reincidencias. Hace apenas un rato que hoy, 21 de febrero, se detuvo a leerlo el internauta número seiscientos mil.
Sin que se trate, de ninguna manera, de una cantidad extraordinaria, puesto que ha tomado varios años alcanzarla, no deja de ser satisfactorio y gratificante que conti- núen sumándose lectores a este espacio literario. He abierto un paréntesis con el fin de agradecer a aquellos que nos frecuentan y de paso ofrecer una disculpa por lo escaso que suelen ser mis respuestas a sus comentarios. Me apena no poder hacerlo como se merecen, pero entre mis actividades cotidianas, la novela que ahora escribo y tratar de mantener más o menos al día cinco blogs simultáneos, pocas veces me queda oportunidad para hacerlo.
Regreso entonces a las reincidencias literarias de las que suele ocuparse Mitos y reincidencias -como su nombre lo indica-, en esta ocasión con un tema que me ha resultado particularmente divertido: Mirándolas dormir. Aprovecho para comentar el hallazgo de algunos textos que considero debiera añadir, aunque al estar escritos por mujeres, más bien tendría que hacerlo bajo la denominación de «Mirándolo dormir».
Ese sería el caso de Tú dormías, poema incluido por Delmira Agustini en el volumen Los cálices vacíos, prologado por Rubén Darío en 1913, quien le pronosticaba una dimensión extraordinaria a su poesía:
"De todas cuantas mujeres hoy escriben en verso ninguna ha impresionado mi ánimo como Delmira Agustini", y más adelante asegura: "Si esta niña bella continúa en la lírica revelación de su espíritu como hasta ahora, va a asombrar a nuestro mundo de lengua española".
Como es de sobra conocido, eso no fue posible puesto que la poeta fue asesinada a los veintisiete años de edad por su ex marido, quien así cometió uno de los femini- cidios más escandalosos de principios del siglo pasado -el 6 de julio de 1914-, y de paso nos privó a sus lectores la posibilidad de disfrutar una obra más extensa.
De nuevo reitero mi agradecimiento y con renovado entusiasmo recupero nuestro tema en desarrollo.
Jules Etienne
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