(Fragmento del capítulo VII del segundo tomo)
Satisfecha mi curiosidad, pasé en brazos de mi amiga una noche feliz.
Por la mañana,
contemplándola dormida, tomé la resolución de asociarla a mi destino, y aún
pensé hacer más: asegurar nuestra unión con las formalidades de las leyes y de
la religión, es decir, hacerla mi legítima esposa.
Quise sondearla, la
sometí a un interrogatorio en regla, seguido del fiel relato de mi vida y de mi
situación. El resultado de nuestras confidencias fue un acuerdo perfecto acerca
de la conveniencia de unirnos mediante los altares antes de que transcurrieran
tres días.
Giacomo Casanova
(Italiano fallecido en la entonces Bohemia, hoy República Checa, 1725-1798).
La ilustración corresponde a un detalle de La reina del amor (La reine de l'amour, 1895), de Francesco Vinea.
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