"El día siguiente a la fiesta de Año Nuevo se puso su nuevo traje de viaje y su nuevo abrigo de pieles..."
(Fragmento)
(Fragmento)
Para
Josephine fue una época difícil. Se dio cuenta de lo cerca que había estado del
desastre, y, con respeto incondicional y obediencia absoluta, trató de resarcir
a sus padres por los problemas que, sin querer, había causado. En un principio
decidió no ir a los bailes de Navidad, pero la convenció de lo contrario su
madre: esperaba que su hija se distrajera con los chicos y chicas que volvían
de vacaciones a casa. La señora Perry la llevaría al Este a principios de
enero, al colegio Breerly, y, comprando ropa y uniformes, madre e hija pasaron
muchas horas juntas, y la señora Perry estaba en- cantada con la madurez y el
nuevo sentido de la responsabilidad que demostraba Josephine.
Y,
a decir verdad, la nueva actitud de Josephine era sincera, y sólo una vez Jose- phine
hizo algo que no hubiera podido contar en público. El día siguiente a la fiesta
de Año Nuevo se puso su nuevo traje de viaje y su nuevo abrigo de pieles, salió
de su casa por la acostumbrada puerta trasera y se subió al coche de Ed Bement.
En el centro de la ciudad dejó a Ed esperándola en una esquina y entró en la
heladería que había frente a la antigua Estación de la Unión, en la calle de
LaSalle. Un individuo con un rictus de infelicidad y una mirada de perplejidad
y desesperación la estaba esperando.
Francis Scott Fitzgerald (Estados Unidos, 1896-1940).
(Traducido al español por Justo Navarro).
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