(Fragmentos del tercer acto)
Madalena:
(En vano me resisto.
Yo
quiero dar a entenderme
como que dormida estoy.)
Mireno:
Don Dionís, señora,
soy.
¿No me responde? ¿Si
duerme?
Durmiendo está.
Atrevimiento,
agora es tiempo. Llegad
a contemplar la beldad
que ofusca mi
entendimiento.
Cerrados tiene los
ojos.
Llegar puedo sin temor;
que, si son
flechas de Amor,
no me podrán dar
enojos.
¿Hizo el Autor soberano
de nuestra naturaleza
más acabada belleza?
Besarla quiero una
mano.
¿Llegaré? Sí...pero no;
que es la reliquia
divina
y mi humilde boca
indina
de tocarla. ¿Pero yo
soy hombre y
tiemblo? ¿Qué es esto?
Ánimo. ¿No duerme? Sí.
Llega y retírase.
Voy. ¿Si despierta? ¡Ay
de mí,
que el peligro es
manifiesto
y moriré si recuerda
hallándome de este
modo!
Para no perderlo todo
bien es que esto poco
pierda.
El temor el Amor venza.
Afuera quiero esperar.
(...)
Madalena:
Mucho lo deseo oír.
Acabad ya, por mi vida.
Mireno:
Es tan grande el
juramento
que anima mi
atrevimiento.
Vuestra excelencia
dormida...
Tengo vergüenza.
Madalena:
Acabad;
que estáis, don Dionís,
pesado.
Mireno:
Abiertamente ha
mostrado
que me tiene voluntad.
Madalena:
¿Yo? ¿Cómo?
Mireno:
Alumbró mis celos,
y en sueños me ha
prometido...
Madalena:
¿Sí?
Mireno:
...que he de ser
preferido
al conde de
Vasconcelos.
Mire si en esta ocasión
son los favores
pequeños.
Madalena:
Don Dionís, no creáis
en sueños;
que los sueños sueños
son.
Tirso de Molina (España, 1579-1648).
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