(XII 102)
Caza
un hombre en el monte,
Epicides,
buscando las liebres
todas
y los rastros de todas las gacelas
y
afrontando la escarcha y la nieve; mas, si alguien
le
dice «Mira, ya está tocada la pieza», no la cobra.
Tal
se deleita mi amor en seguir lo que escapa
pasando
de largo por lo que yace herido.
(VII 717)
Náyades,
pastos lozanos, decid a la abeja,
cuando
la primavera venga, que el anciano
Leucipo
murió en una noche de invierno tendiendo
trampas
a las liebres de veloces patas
y ya
no le es dado cuidar sus enjambres;
los
valles pastoriles añoran al aquí sepultado.
(VII 207)
A mí,
la de rápidos pies, a la liebre orejuda
que
de niña robaron al pecho de su madre.
Fanion
la dulce criaba en su seno y mimaba
dejándome
comer primaverales flores
sin
nostalgia de casa; mas heme aquí muerta por culpa
de
un copioso festín que engordó mi sangre.
Y mi
cuerpo enterró junto al lecho, de modo que siempre
contemple
ella entre sueños mi tumba cercana.
Varios autores. La antología palatina surgió en el año 980
por obra de un compilador bizantino desconocido.
(Traducida al español por Manuel Fernández-Galiano).
El tomo VII está dedicado a los epitafios y epigramas funerarios
y el XII a epigramas de amor, tanto pederasta como heterosexual.
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