Regresa la primavera a Vancouver.

sábado, 28 de enero de 2023

Conejos: EL DECAMERÓN, de Giovanni Boccaccio

"... de una parte salir conejos, por otra correr liebres..."

(
Fragmento de la tercera jornada)

Al ver este jardín, su bello orden, las plantas y la fuente con los arroyuelos proce- dentes de ella, tanto agradó a todas las mujeres y a los tres jóvenes, que todos comenzaron a afirmar que, si se pudiera hacer un paraíso en la tierra, no sabrían qué otra forma sino aquella del jardín pudiera dársele, ni pensar, además de aquéllas, qué belleza podría añadírsele. Paseando, pues, contentísimos por allí, haciéndose bellísimas guirnaldas de varias ramas de árboles, oyendo siempre unos veinte modos de cantos de pájaros como si contendiesen el uno con el otro en el cantar, se apercibieron de una deleitosa belleza de que, sorprendidos por las demás, no se habían todavía apercibido: vieron que el jardín estaba lleno de cien especies de hermosos animales, y enseñándoselos uno al otro, de una parte salir conejos, por otra correr liebres, y dónde yacer cabritillos, y en algunas estar paciendo cervatillos vieron; y además de éstos, otras muchas clases de animales inofensivos, cada uno a su agrado, como domesticados, ir recreándose; las cuales cosas, a los otros placeres, mucho mayor placer sumaron.

Pero luego de que mucho hubieron andado, viendo ora esta cosa ora aquélla, habiendo hecho poner las mesas alrededor de la hermosa fuente, y cantando allí primero seis cancioncillas y danzando algunos bailes, cuando agradó a la reina se pusieron a comer, y servidos con grandísimo y bueno y reposado orden, y con buenas y delicadas viandas, más alegres se levantaron y a las tonadas y a los cantos y a los bailes volvieron a darse hasta que a la reina, por el calor que había sobrevenido, pareció hora de que a quien le agradase, se fuera a acostar. Y algunos se fueron y algunos, vencidos por la belleza del lugar, irse no quisieron; sino que quedándose allí, quién a leer libros de caballerías, quién a jugar al ajedrez y quién a las tablas se dedicaron, mientras los otros dormían.

Giovanni Boccaccio (Italia, 1313-1375).

La ilustración corresponde a Una liebre en el bosque (1575), de Hans Hoffmann.

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