Regresa la primavera a Vancouver.

viernes, 6 de enero de 2023

Enero: BILLAR A LAS NUEVE Y MEDIA, de Heinrich Böll

"... para desayunar, tomaba pan con miel, bebía una taza de café; «No, no, mamá, por favor, no quiero huevo»..."

(Fragmento del capítulo 4)

El radio del semicírculo comprendía un kilómetro: dentro de aquella línea vivía la mujer que se casaría conmigo; todavía no la conocía, no sabía su nombre, sólo sabía que la sacaría de una de aquellas casas patricias de que me había hablado mi padre: él había servido tres años aquí en el regimiento de ulanos, había acumulado odio en su corazón, odio a los caballos y a los oficiales, odio que yo respetaba sin compartirlo; me alegré de que mi padre ya no pudiera ver que yo a mi vez era oficial: alférez de zapadores de la reserva: me reía, me reía repetidamente aquella mañana de hace cincuenta y un años; yo sabía que sacaría a mi esposa de una de aquellas casas, que se llamaría Brodem o Cusenius, Kilb o Ferve; tendría veinte años; salía ahora, precisamente ahora, en aquel mismo instante, de misa primera, dejaba su devocio- nario en el mueblecito del recibidor, llegaba a punto para recibir en la frente un beso de su padre, antes de que su estentórea voz de bajo resonara a través del patio y desapareciera en la oficina; para desayunar, tomaba pan con miel, bebía una taza de café; «No, no, mamá, por favor, no quiero huevo»; leía a su madre el programa de bailes. ¿La dejarían ir al baile de los universitarios? Sí, la dejaban.

A lo más tardar, sabría, el día 6 de enero, en el baile de los universitarios, cuál era la que iba a elegir; bailaría con ella; sería bueno con ella, la amaría y ella me daría hijos, cinco, seis, siete; estos se casarían y me darían nietos, cinco, seis, siete veces siete, y mientras escuchaba el resonar de las herraduras que se alejaban, veía el grupo de mis nietos, me veía a mí mismo como patriarca de ochenta años presidiendo aquella familia que pensaba fundar: fiestas de cumpleaños, entierros, bodas de plata y bodas de oro, bautizos, niños recién nacidos colocados en mis manos de anciano, bisnietos a los que querría como a mis bellas nueras, a las que invitaría a almorzar, a las que regalaría flores y bombones, perfumes y cuadros; yo lo sabía mientras estaba allí dispuesto a empezar la danza.

Heinrich Böll (Alemania, 1917-1985).
Obtuvo el premio Nobel en 1972.

(Traducido al español por Margarita Fontseré).

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