Na jedné ze svých dávných přednášek...
(Fragmentos)
En
una de sus antiguas lecturas
Jiri
Mahen sacó una copia del
Periódico del pueblo*
la
enrolló en un embudo y,
como
a través de un altavoz, exclamó:
“¡Viva
la poesía!
¡Viva la juventud!”
Entonces,
esa juventud aún nos pertenecía.
En
esos años inflamados de pasión
nuestras
vidas ardían más rápido.
Jiri
Wolker fue el primero en morir.
Hablamos
frente a su ataúd.
Era
enero y estaba helando.
Me
alejé apresurado de la tumba como si
las eslingas
del ataúd serpentearan
tras
de mí entre la nieve.
Corrí
a la estación del tren
para
que, cuanto antes, pudiera
recostar mi cabeza sobre las flores de tu cuerpo.
(...)
Cuando Halas estaba muriendo
escribí
algunas líneas sosegadas para él
sobre
nuestra juventud.
No
eran particularmente buenas
pero
fueron lo último que leyó.
Sonrió
como sonríe la gente cuando sabe
que pronto
morirá. Hasta hoy
su sonrisa
melancólica
sigue
a mis versos.
Escribí
donde quiera que pude hacerlo:
en mesas
frente a las ventanas de los cafés,
en los
escritorios manchados con tinta de las oficinas de correos,
con
el telégrafo repiqueteando.
Pero
más bien me gustaba escribir en casa,
te
puedes sentar junto a la lámpara
y escuchar
tu aguja perforando
el lienzo
estirado.
A
veces sentía celos de mis poemas.
Andan
a la deriva con Dios sabe quién
y Dios
sabe dónde, y tú estabas
muy cerca,
tan cerca, no más de dos, tres pasos.
¿Alguna
vez has visto a un guitarrista?
La
forma en que coloca suavemente su palma
a través
de las cuerdas
y todas
permanecen en silencio.
He
cruzado el umbral
de ese
inexorable momento
y en
mi boca siento un resabio amargo
como
si hubiera mordido un tallo de ajenjo
que no
pude romper.
Jaroslav Seifert (Chequia, 1901-1986)
Obtuvo el premio Nobel en 1984.
(Traducido al español por Jules Etienne).
* Lidové Novini.
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