"Se detuvo, ahogada en llanto, y, sobrecogida por la emoción, se tiró en la cama bocabajo a sollozar..."
(Fragmento)
Se detuvo, ahogada en llanto, y, sobrecogida por la
emoción, se tiró en la cama bocabajo, a sollozar sobre la colcha. Gabriel
sostuvo su mano durante un rato, sin saber qué hacer, y luego, temeroso de
entrometerse en su pena, la dejó caer gentilmente y se fue, quedo, a la
ventana.
Ella dormía profundamente.
Gabriel, apoyado en un codo, miró por un rato y sin resentimiento su pelo
revuelto y su boca entreabierta, oyendo su respiración profunda. De manera que
ella tuvo un amor así en la vida: un hombre había muerto por su causa. Apenas
le dolía ahora pensar en la pobre parte que él, su marido, había jugado en su
vida. La miró mientras dormía como si ella y él nunca hubieran sido marido y
mujer. Sus ojos curiosos se posaron un gran rato en su cara y su pelo: y,
mientras pensaba cómo habría sido ella entonces, por el tiempo de su primera
belleza lozana, una extraña y amistosa lástima por ella penetró en su alma. No
quería decirse a sí mismo que ya no era bella, pero sabía que su cara no era la
cara por la que Michael Furey desafió la muerte.
James Joyce (Irlandés fallecido en Suiza, 1882-1941).
(Traducido al español por Guillermo Cabrera Infante).
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