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sábado, 2 de marzo de 2024

Mirándolas dormir: EL SOLITARIO, de Horacio Quiroga

"Contempló un rato el seno casi descubierto, y con una descolorida sonrisa apartó un poco más el camisón desprendido."

(
Fragmento)

María se levantó a comer, y Kassim tuvo la solicitud de siempre con ella. Al final de la cena su mujer lo miró de frente.

Es mentira, Kassim -le dijo.

¡Oh! -repuso Kassim sonriendo-. No es nada.

¡Te juro que es mentira! -insistió ella.

Kassim sonrió de nuevo, tocándole con torpe caricia la mano, y se levantó a proseguir su tarea. Su mujer, con las mejillas entre las manos, lo siguió con la vista.

Y no me dice más que eso... –murmuró. Y con una honda náusea por aquello pegajoso, fofo e inerte que era su marido, se fue a su cuarto.

No durmió bien. Despertó, tarde ya, y vio luz en el taller; su marido continuaba traba- jando. Una hora después Kassim oyó un alarido.

¡Dámelo!

Sí, es para ti; falta poco, María -repuso presuroso, levantándose. Pero su mujer, tras ese grito de pesadilla, dormía de nuevo. A las dos de la madrugada Kassim pudo dar por terminada su tarea: el brillante resplandecía firme y varonil en su engarce. Con paso silencioso fue al dormitorio y encendió la veladora. María dormía de espaldas, en la blancura helada de su pecho y su camisón.

Fue al taller y volvió de nuevo. Contempló un rato el seno casi descubierto, y con una descolorida sonrisa apartó un poco más el camisón desprendido.

Su mujer no lo sintió.

No había mucha luz. El rostro de Kassim adquirió de pronto una dureza de piedra, y suspendiendo un instante la joya a flor del seno desnudo, hundió, firme y perpendicu- lar como un clavo, el alfiler entero en el corazón de su mujer.

Hubo una brusca abertura de ojos, seguida de una lenta caída de párpados. Los de- dos se arquearon, y nada más.

Horacio Quiroga (Uruguayo fallecido en Argentina, 1878-1937).

El texto íntegro se puede leer con este vínculo: Ciudad Seva.

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