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lunes, 28 de junio de 2021

Casanova y Venecia: MEMORIAS (Historia de mi vida), de Giacomo Casanova


(Fragmentos sobre Venecia)

Mi madre me trajo al mundo el 2 de abril de 1725, en Venecia. Hasta mi noveno año fui estúpido. Pero tras una hemorragia, de tres meses, me mandaron a Padua, donde me curaron, recibí educación y vestí el traje de abate para probar suerte en Roma. En esta ciudad, la hija de mi profesor de francés fue la causa de que mi protector y empleador, el cardenal Acquaviva, me despidiese. Con dieciocho años entré al servicio de mi patria (Venecia) y llegué a Constantinopla. Volví al cabo de dos años y me dediqué al degradante oficio de violinista... pero esta ocupación no duró mucho, pues uno de los principales nobles venecianos me adoptó como hijo.
(...)

 El cardenal me mandó llamar y me preguntó a qué punto de Europa quería yo ir; la desesperación, casi el despecho, me hicieron decidirme por Constantinopla.
- ¡Constantinopla! -dijo él retrocediendo dos pasos.
- Sí, monseñor, Constantinopla -repetí enjugando mis lágrimas.
- ¿Cuándo quiere partir?
- Dentro de ocho días, como dispuso Su Eminencia.
- ¿Se embarcará en Nápoles o en Venecia?
- En Venecia.
- Le daré pasaporte doble, pues hallará en la Romaña dos ejércitos en cuarteles
de invierno.

Dos días después, el cardenal me dio pasaporte para Venecia y una carta lacrada, dirigida a Osman Bonneval, bajá de Caramania, en Constantinopla. Podía haberme callado; mas como Su Eminencia no me lo había prohibido, mostré el sobre de la carta a todos mis conocidos.

El caballero de Lezze, embajador de Venecia, me dio una carta para un turco amigo suyo, muy rico y muy amable.
(...)

Su ternura y el encanto persuasivo de sus palabras hicieron correr lágrimas de amor y de tierno interés. Sinceramente le prometí no abandonarla y unirla a mi destino.

- Rompe -le dije- el contrato que tienes en Rímini; sigamos adelante, y después de habernos detenido un par de días en Bolonia, me seguirás a Venecia, vestida de mujer y con otro nombre. Es imposible que el empresario de aquí te encuentre.

- Acepto. Tu voluntad será siempre la mía. Mi persona te pertenece y espero que sabré conservar tu amor.
(...)

Por la noche, el hostelero se me presentó con un libro para que me inscribiera en él.
- Casanova.
- ¿Profesión?. ..
- Oficial.
- ¿Al servicio de quién?
- De nadie.
- ¿Su patria?...
- Venecia.
- ¿De donde viene?. . .
- No le importa. Estas palabras, pronunciadas con cierto tono enfático, produjeron su efecto. El hombre se fue dejándome en paz, y comprendí que sólo había venido instigado por algún curioso, pues yo sabía que en Bolonia se vivía en completa libertad. Al día siguiente, el banquero Orsi me pagó una letra de cambio, contra la cual tomé otra de seiscientos cequíes sobre Venecia, y cien cequíes en oro, luego, como el día anterior, fui a darme importancia por la población.

Giacomo Casanova (Italia, 1725-1798).

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