Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

martes, 15 de agosto de 2017

El eclipse no tiene la culpa

 
"¿Cuál es la causa de un eclipse?", se preguntaba Aristóteles en su Metafísica. "¿Cuál su materia? Ninguna, sino que la Luna es la que lo padece. Y ¿cuál es la causa eficiente que destruye la luz? La Tierra." De este argumento se valió para establecer que un enunciado es oscuro si no lo acompaña la causa. "¿Qué es un eclipse?" -se vuelve a preguntar-. "Privación de luz. Pero, si se añade «por la interposición de la Tierra», este enunciado implica la causa."
 
Algunas civilizaciones primitivas desarrollaron conocimientos astronómicos muy avanzados. Sin embargo, con frecuencia atribuían a los eclipses poderes excepcio- nales. Decía Voltaire en su Diccionario filosófico que "Durante mucho tiempo los pueblos consideraron los fenómenos extraordinarios como presagios de sucesos prósperos o adversos. Los historiadores romanos observaron que un eclipse de sol acompañó el nacimiento de Rómulo, que otro anunció su muerte y un tercero precedió la fundación de Roma."
 
En torno a los eclipses se acumulan creencias y leyendas que forman parte de diversas mitologías. Por ejemplo Robert Graves en Los mitos griegos menciona que:
 
"La «sangre de los corazones» de las Erinias con la que estaba amenazada el Ática parece ser un eufemismo por la sangre menstrual. Un encantamiento inmemorial utilizado por las hechiceras que quieren maldecir una casa, un campo o un establo, consiste en correr desnudas a su alrededor, en sentido contrario al del movimiento del sol, nueve veces, mientras tienen la menstruación. Esta maldición es considerada más peligrosa para las cosechas, el ganado y los niños durante un eclipse lunar, y completamente inevitable si la hechicera es una virgen que tiene la menstruación por primera vez."

No muy lejanas se encuentran las explicaciones en torno a la Luna que describe Jacques Soustelle en El universo de los aztecas:
 
"La Luna representa el lado femenino de la naturaleza, la fecundidad, la vegetación y también la embriaguez. Cuando se producía un eclipse, pensábase que la luna moría; si una mujer encinta salía de su casa durante un eclipse lunar, debía llevar en la cintura una hoja de obsidiana, sin la cual su hijo nacería con labio leporino, pues su rostro se parecería al del conejo lunar. Todavía hoy en el campo, los indígenas dicen que «la Luna ha muerto» cuando se produce un eclipse, y las mujeres encintas sólo salen de su casa llevando un cuchillo o unas tijeras a la cintura."

Un sapo, afirma Arthur Waley, era considerado entre los chinos como responsable de los eclipses lunares. Según las antiguas creencia chinas, se trataba de una mujer hechizada que tras haberse robado el elíxir de la inmortalidad, como castigo fue desterrada a vivir para siempre en la luna. Debido a sus fuerzas demiúrgicas podía tragársela, provocando cada vez que lo hacía, su desaparición en la forma de un eclipse total o parcial.
 
Y para concluir, esta reflexión que André Maurois incluye en El arte de pensar, y que recurre al eclipse como un ejemplo de axioma falso:
 
"Hay observaciones que sugieren algunas hipótesis sobre la interconexión de fenómenos. Para verificar tales hipótesis, el sabio provoca nuevas observaciones más rigurosas. «El observador, dice Cuvier, escucha a la naturaleza; el experimentador la interroga y la obliga a manifestarse». Por ejemplo, hace variar las causas y anota las variaciones del efecto. Si observa una relación fija entre causa y el efecto, la relación parecerá confirmada. Sin embargo, el error aún es posible. «Después de esto, luego a causa de esto», es a menudo un axioma falso. Que haya estallado una guerra después de un eclipse no significa que el eclipse sea su causa. En Oxford se cuenta la historia de un estudiante que tomaba todas las noches una buena cantidad de whiskies and soda, y enseguida se le confundían las ideas. Abandonó el whisky y tomó brandy and soda; nuevamente se embriagaba. Probó un gin and soda. «No hay duda, concluyó, es la soda». Si hubiese sido un experimentador más sabio, habría intentado una contraprueba: suprimir la soda manteniendo el whisky, el brandy y el gin, y así habría descubierto el error."
  
 Jules Etienne
 
La ilustración corresponde a una fotografía de Eugen Kamenev.

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