Ni
mis propios temores, ni la profética alma,
Del
ancho mundo soñando el porvenir
Tendrán control de mi amor verdadero,
Supuesto
objeto de fatal destino.
La
luna mortal su eclipse ha sufrido
Y
los tristes augurios de su presagio se burlan,
Incertidumbres
que ahora se coronan
Y
la paz proclama olivos sin olvido.
Con
las gotas de este bálsamo del tiempo,
Mi
amor luce fragante y a la muerte ha sometido
A
su pesar viviré en esta humilde rima
Mientras
insulta a las enmudecidas tribus.
Y
encontrarás aquí tu propio monumento
Cuando crestas de tiranos y tumbas de bronce hayan caído.
William Shakespeare (Inglaterra, 1564-1616).
(Traducido al español por Jules Etienne).
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