Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

miércoles, 2 de agosto de 2017

Carnaval: DECIR ADIÓS ES MORIR UN POCO

(Fragmentos del capítulo VIII:
Lejos del mundano carnaval)

Diana te ha llamado por navidad y año nuevo. El plan para llevarse a la niña resultó efectivo, puesto que llegó sin contratiempos. Por su parte, ella ha tenido que trabajar en algo diferente, a su familia no le iba a causar ninguna gracia que se anduviera encuerando enfrente de señores tomados y, como suele suceder en provincia, se practica el pasatiempo del chisme y es muy fácil que todo se sepa. Sugiere que la visites durante el carnaval, aunque sea para pasar unos días juntos.
(...)

En tu tierra también se festeja el carnaval. Cuando eras pequeño, tus padres te llevaban a ver los carros alegóricos y  las comparsas. La gente disfrazada tomaba por asalto las calles. Entonces no comprendiste por qué decían que las familias ya no se podían divertir, y tenían que retirarse cuando algún marido ofendido empezaba el forcejeo con el marciano, Capulina y un médico orate que le decía: "Nomás le sobé su nalguita porque le voy a inyectar unas vitaminas", presumiendo una enorme jeringa de cartón, mientras la mujer procuraba cubrir con un pañuelo las heridas en el rostro doblemente agraviado de su esposo. Tenías seis años entonces y hace tanto que saliste del puerto, que ignoras si todavía hay carnaval en Tampico. Aunque, en realidad, en las circunstancias actuales, unos disfraces más o menos no importan gran cosa.


Jules Etienne

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