Capítulo 1: La
página web de la noche terrible
(Fragmento)
El mundo espejo.
Los enchufes de los aparatos eléctricos son enormes, de tres clavijas, para una
clase de corriente que en América sólo alimenta las sillas eléctricas. Los
coches están al revés por dentro, la izquierda a la derecha; los auriculares de
los teléfonos tienen un peso distinto, un equilibrio distinto, las portadas de
las ediciones en rústica parecen dinero australiano.
Con las pupilas
dolorosamente contraídas frente al halógeno brillante como el sol, se mira con
ojos entrecerrados un espejo de verdad, apoyado en ángulo contra una pared
gris, esperando que lo cuelguen. Ve en él una marioneta desarticulada de
piernas negras, con el pelo de recién levantada, erizado como una escobilla de
excusado. Le hace una mueca al reflejo, pensando por algún motivo en un novio
que se empeñaba en compararla con un retrato de Helmut Newton de Jane Birkin
desnuda.
En la cocina hace
correr el agua del grifo por un filtro alemán y llena una olla eléctrica
italiana. Se enreda con los interruptores, uno en la cacerola, otro en el
enchufe, otro en la toma de corriente. Inspecciona con mirada vacía la
extensión color amarillo canario de armarios laminados mientras hierve el agua.
Una bolsita de un
sucedáneo de té importado de California en un gran tazón blanco. Echa el agua
hirviendo. En la habitación principal del apartamento descubre que el fiel Cubo
de Damien está encendido, pero dormido, con el resplandor de mariposa nocturna
de sus interruptores estáticos latiendo suavemente. Aquí se ve la ambivalencia
de Damien hacia el diseño: no permitirá a un decorador pasar de la puerta a
menos que acceda, básicamente, a no hacer precisamente lo que sabe hacer, pero
se aferra a ese Mac porque puedes volverlo al revés y sacarle las tripas con un
pequeño tirador mágico de aluminio. Como los genitales de una de las chicas
robot de su vídeo, ahora que lo piensa.
Se acomoda en la
silla de respaldo alto de la terminal de trabajo de Damien y hace clic en el
ratón transparente. Balbuceo de los infrarrojos sobre la madera pálida de la
larga mesa de caballete. Aparece el navegador. Teclea Fetiche: Metraje: Foro,
que Damien, decidido a evitar la contaminación, nunca agregará a favoritos.
Se abre la
primera página, Tan familiar como el salón de un amigo. Un fotograma del n.° 48
sirve de fondo, oscuro y casi monocromo, sin ningún personaje a la vista. Esa
es una de las secuencias que producen comparaciones con Tarkovsky. En realidad,
ella sólo conoce a Tarkovsky por algunos fotogramas, aunque es cierto que una
ves se quedó dormida durante la proyección de Stalker, hundiéndose en una panorámica
interminable, con la cámara apuntando directamente hacia abajo, en primer
plano, a un charco sobre un destrozado suelo de mosaico. Pero ella no está
entre los que creen que puede llegarse muy lejos analizando las supuestas
influencias del creador. El culto al metraje está plagado de sub-cultos que
reivindican cualquier influencia imaginable. Truffaut, Peckinpah… Los
seguidores de Peckinpah, incluso los más moderados, siguen esperando que saquen
las pistolas.
William Gibson (Estadounidense nacionalizado canadiense, 1948)
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