Regresa la primavera a Vancouver.

sábado, 12 de julio de 2014

Espejos (72): UNIFORME DE GENERAL, de Mircea Eliade

"... las aguas del espejo ya no son lo que han sido. "

(Fragmento)

Seguidamente lo cogió de la mano y lo llevó hasta el espejo grande del salón, oculto bajo los cortinajes.
 
- Me ha dicho Marina que te gusta inventar toda clase de juegos y danzas, que te pintas solo para disfrazarte y que aves cantar y recitar poesías. ¿Es verdad?
 
- Es verdad, mon général.
 
- ¿Cuántos años tienes?
 
- Este año cumplí seis años.
 
- Así pues ya eres un hombrecito y puedo hablar en serio contigo. ¿Entiendes lo que te digo? ¿Entiendes todas las palabras?
 
- Lo entiendo, mon général.
 
Extendió el brazo y cogió con dos dedos el borde de la cortina.
 
- Me imagino que sabrás por qué he tapado el espejo. Pero de vez en cuando, en las fiestas, en ocasiones solemnes, como ocurrirá mañana, día de mi santo, me gusta correr las cortinas. Sólo que, ya ves, de tanto estar a oscuras, las aguas del espejo ya no son lo que han sido. Poco a poco van perdiendo su transparencia y formas raras de todas clases y de todos los colores están empezando a aparecer en el fondo del espejo. Algunas de esas formas son de una rara belleza, como si no fueran de este mundo. ¿Comprendes lo que quiero decir?
 
- Lo comprendo, mon général.
 
- Mientras otras parecen más raras, semejantes a las cuevas de las montañas o a rocas del fondo del mar o a la boca de un volcán después de una erupción. ¿Entiendes todas las palabras?
 
- Las entiendo, mon général.
 
- Y cuando apartemos los cortinajes y te veas de pronto entre tantas formas desconocidas y te veas a ti mismo moviéndote entre ellas (pero, al menos, al principio, seguramente no te reconocerás pues, ya te lo he dicho, el espejo ya no es lo que fue y a veces amplifica, alarga o ensancha e incluso desfigura), ¿no te dará miedo?
 
Lo miraba con desusada intensidad, como si de su respuesta dependiese alguna decisión importante. Él sonrió dulcemente, casi con ironía.
 
- No me dará miedo, mon général.
 
- Bien. Ésta es la sorpresa que quiero darles. Ni que decir tiene que esto es un secreto, no digas nada en casa. Mañana por la noche, después de servir el champán y cuando estemos todos reunidos aquí, en el salón...

 
Mircea Eliade (Rumania, 1907-1986)

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