"Y nosotros nos limitamos a creer, de manera empírica, que la imagen reflejada en el espejo es la real."
Capítulo 12:
Lo que descubrí al afeitarme
Lo que descubrí al despertar
(Fragmento)
Deposité sobre la mesa la mano izquierda abierta y me quedé contemplando la palma unos instantes. Era la de siempre. No se apreciaba ninguna transformación. Ni estaba cubierta de hojas de pan de oro ni le habían salido membranas. No era ni bonita ni fea.
- ¿Cambios evidentes a los ojos de cualquiera?
¿Como, por ejemplo, que me salieran alas en la espalda?
- Pues, tal vez algo por el estilo -contestó Malta Kanoo con tono calmado-. Aunque, por supuesto, no es más que una posibilidad entre muchas otras.
- Sí, claro -dije-. Entonces, ¿no ha percibido usted ningún cambio?
- Parece que no se ha producido ninguno. Al menos por ahora. Si me hubieran salido alas, por mucho que me pesase, me habría dado cuenta, ¿no le parece?
- Posiblemente sí -asintió Malta Kanoo-. Pero tenga cuidado, señor Okada. No es nada fácil conocer el estado en que uno se encuentra. Por ejemplo, uno no puede mirarse directamente a la cara con sus propios ojos. Sólo podemos mirar la imagen que nos devuelve el espejo. Y nosotros nos limitamos a creer, de manera empírica, que la imagen reflejada en el espejo es la real.
Haruki Murakami (Japón, 1949)
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