Vancouver: atardecer en la bahía al final de la primavera. (Fotografía de Jules Etienne).

jueves, 20 de junio de 2024

Mirándolas dormir: EL PALACIO DEL DESEO y ENTRE DOS PALACIOS, de Naguib Mahfuz

"...había pasado la noche en la sala de visitas (...) despierta y sufriendo delirios febriles la mayor parte de la noche, y dormida con un sueño pesado, enfermizo e inquieto..."

Entre dos palacios (1956)

(Fragmento del capítulo 58)

No había llorado de celos, o quizás estos se ocultaban de momento tras espesos velos de repugnancia y cólera, como se oculta el fuego tras las nubes de humo. Era como si ella hubiera llegado a preferir la muerte a quedarse con él bajo un mismo techo, aunque fuera un solo día, después de lo que había pasado. En efecto, había abandonado su alcoba y había pasado la noche en la sala de las visitas, despierta y sufriendo delirios febriles la mayor parte de la noche, y dormida con un sueño pesado, enfermizo e inquieto el resto del tiempo. Se despertó por la maña- na, totalmente decidida a irse de la casa. Quizás esta decisión fue la única en la que encontró un calmante para sus sufrimientos.

"... llegó al dormitorio, a la luz de la lámpara de la sala. Echó una mirada sobre la cama y la vio dormida."

El palacio del deseo
(1957)

(Fragmento del capítulo 38)

El ardor de Yasín remitió al encontrarse solo en el coche, tras la marcha de Kamal. Parecía estar meditando a pesar de su borrachera. Había pasado de la una, y hacía tiempo que se había entrado en esa parte de la noche en que se empieza a ser sospechoso, sobre todo, cuando podría encontrarse a Zannuba que, o bien estaría ya levantada esperándolo encolerizada, o bien se levantaría en cuanto llegara. En todo caso, la noche no pasaría en paz, o al menos, en completa paz.

Dejó el coche en la desviación de Qasr el-Shawq y penetró en las oscuras sombras, encogiendo sus anchos hombros con indiferencia y diciéndose a sí mismo en voz baja: «Yasín no tiene por qué inquietarse por una mujer». Repitiéndose estas pala- bras, subió los escalones, mientras se guiaba en las tinieblas por la balaustrada. A pesar de haberse repetido esas palabras, no estaba completamente tranquilo. Abrió la puerta y entró, luego llegó al dormitorio, a la luz de la lámpara de la sala. Echó una mirada sobre la cama, y la vio a ella dormida. Cerró la puerta para impedir que entrara la suave luz que provenía de la sala. Empezó a quitarse la ropa despacio y con precaución, tranquilizándose al verla profundamente dormida. Mientras tanto, en su mente, trazaba un plan para deslizarse dentro de la cama.

- ¡Enciende la lámpara -le llegó una voz- para que mis ojos se alegren al verte!

Volvió su cabeza hacia la cama y sonrió con resignación. Después preguntó como sorprendido:

- ¿Estás despierta? Creía que estabas dormida. No deseaba molestarte.

Naguib Mahfuz
(Egipto, 1911-2006). Obtuvo el premio Nobel en 1988.

(El palacio del deseo fue traducido al español por María Dolores López Enamorado, quien también
formó parte del equipo de cinco personas que realizó la traducción colectiva de Entre dos palacios).

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