Regresa la primavera a Vancouver.

martes, 4 de mayo de 2021

Miércoles de ceniza: HERZOG, de Saul Bellow

"Madeleine, creí que habías dejado de ser católica. Pero ¿no es ceniza lo que veo entre tus ojos?"

(Fragmento)

- Y desde luego -dijo el doctor- por lo que me cuenta usted, no ha dejado de tener alguna culpa. Además, me da la impresión, cuando su mujer me habla, de que se siente ofendida. ¿Cuándo abandonó nuestra religión?

- No estoy seguro. Creo que hace mucho tiempo. Pero el último Miércoles de Ceniza se sometió a la imposición de la ceniza en la frente. Le dije: «Madeleine, creí que habías dejado de ser católica. Pero ¿no es ceniza lo que veo entre tus ojos?» y ella me respondió: «No sé de qué me hablas.» Trató de que pareciera que yo sufría una de mis ilusiones o algo así. Pero no había tal ilusión. Era, sencillamente, una mancha en la frente. Puedo jurar que le quedaba la mitad de la ceniza. Pero su actitud parecía decir que un judío como yo no podía darse cuenta de esas cosas.

Herzog veía que Edvig estaba fascinado por todo lo que él decía de Madeleine. Movía la cabeza afirmativamente a cada frase de él, como diciéndole que comprendía y se daba golpecitos en su acicalada barba. Le brillaban los lentes.

- ¿Cree usted que es una cristiana de verdad?

Sólo sé que ella me cree un fariseo. Así lo dice siempre.

- ¿Ah? -fue el conciso comentario de Edvig.

- Ah, ¿qué? —dijo Moses—. ¿Acaso está usted de acuerdo con ella?

- ¿Cómo puedo estarlo? Apenas los conozco a ustedes. Pero ¿qué opina usted de lo que le he preguntado?

- ¿Cree usted que hay algún cristiano en el siglo XX que tenga el derecho de hablar de los fariseos judíos? Desde un punto de vista judío, como usted sabe muy bien, ese no ha sido uno de nuestros mejores períodos.

- Pero, ¿cree usted que su esposa tiene una verdadera actitud cristiana?

- Creo que tiene un punto de vista casero sobre el otro mundo. -Herzog estaba sentado muy derecho en su silla y daba quizás a sus palabras un tono engreído-. No estoy de acuerdo con Nietzsche en que Jesús hizo enfermar al mundo entero infestándolo con su moralidad de esclavo. Pero lo cierto es que el propio Nietzsche tenía un punto de vista cristiano de la historia pues siempre veía el momento presente como una crisis, como alguna caída desde la grandeza clásica, como una corrupción o mal del que había que salvarse. A eso lo llamo yo cristiano. Y Madeleine piensa así, desde luego. En cierto modo, muchos de nosotros también. Creemos que hemos de curarnos de los efectos de algún veneno, que necesitamos ser salvados, rescatados. Madeleine necesita un salvador, y es evidente que no me considera a mí como su salvador.

Saul Bellow (Nacido en Canadá y ciudadano estadounidense, 1915-2005). Obtuvo el premio Nobel en 1976.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario