"... durante (...) el solsticio de invierno, se festejaba a la diosa del amor carnal, del placer y de la fertilidad."
Lo
mismo que todos los grandes centros de peregrinación, Benarés era un terreno
abonado para un buen número de comercios profanos. Uno de los más activos y más
florecientes era el de la prostitución, especialmente la de las niñas. Aquí,
como en otras partes, la leyenda decía que desflorar a una virgen fortalecía
las virtudes viriles y curaba las enfermedades venéreas. Las casas de placer
abundaban. Se abastecían de pupilas dirigiéndose a sus proveedores habituales.
Estos últimos compraban en general esa lastimosa mercancía a las familias muy
pobres, especialmente en el Nepal, u organizaban bodas falsas con presuntos
cónyuges. A veces se contentaban simplemente con secuestrar a sus víctimas.
En
la ciudad santa, donde toda actividad se bañaba fatalmente en lo sagrado,
algunos audaces proxenetas no dudaban en servirse de ciertas fiestas religiosas
para iniciar, so capa de algún rito, a sus víctimas en su destino de
prostitutas. Así, por ejemplo, en las fiestas de Mârg Pûrnîma, la luna llena de
octubre, se celebraba la gloria de Vishnú, el dios creador de todas las cosas,
y durante el Makara Sankrânti, el solsticio de invierno, se festejaba a la
diosa del amor carnal, del placer y de la fertilidad.
Dominique Lapierre (Francia, 1931-2022).
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