"... una imaginería del Viejo Testamento mediante la que se sugería que Moscú se había convertido en la Nueva Jerusalén..."
(Fragmento del capítulo 6)
(Fragmento del capítulo 6)
Fueron otros acontecimientos ajenos
a lo religioso los que socavaron este consenso y permitieron a Morozov salirse
con la suya.
En 1652 Alejo nombró al devoto monje
Nikon patriarca de Moscú, animándolo a acometer una exhaustiva campaña en favor
de una reforma de la Iglesia. Por una parte, Nikon se propuso mejorar el
comportamiento de los laicos: no se podía fumar ni jurar, trabajar los
domingos, participar en prácticas «paganas» (como celebrar el solsticio de
invierno o los carnavales durante la Cuaresma) y limitó la venta de bebidas
alcohólicas (a una tienda en cada municipio y una botella por cliente cada vez,
prohibiendo la venta en domingos, vacaciones y Cuaresma). Por otra, Nikon
también trató de elevar los niveles de exigencia al clero (censurando a los
sacerdotes borrachos, exigiendo que los oficios sagrados fueran cantados a un
volumen audible) y de demostrar que la Iglesia rusa era la verdadera heredera
de la Iglesia de los Apóstoles. Con este fin introdujo prácticas litúrgicas de
las comunidades ortodoxas griegas, recogió y desfiguró todos los íconos
pintados al estilo occidental, y patrocinó una imaginería del Viejo Testamento
mediante la que se sugería que Moscú se había convertido en la Nueva Jerusalén,
una arrogante aspiración que quedó claramente plasmada en el vasto complejo
monástico que hizo construir al oeste mismo de Moscú, en el que incluyó
secciones dedicadas al río Jordán, al Gólgota, a Nazaret y, en el centro, una
catedral construida a imagen y semejanza del Santo Sepulcro. En su primera
visita, el zar Alejo bautizó el complejo como «Nueva Jerusalén» (nombre por el
que todavía se conoce).
Geoffrey Parker (Inglaterra, 1943).
La ilustración corresponde a los íconos en la catedral de la Asunción de Moscú.
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