Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

domingo, 10 de diciembre de 2023

Solsticio de invierno: LA OSCURIDAD, de Ignacio Ferrando


(Fragmento)

Con la muerte de Liv, ha llegado el solsticio, y con el solsticio, una oscuridad que no es oscuridad, sino una noche inacabada, parcial, que tiñe el perfil de las casas de un azul hojaldrado. Los balancines del parque Vesteberg, las canastas de baloncesto, incluso los neones de la lavandería de Laa Ingham parecen velados, irreales, como vistos a través de una película de celuloide envejecido. Por Dramsvein bajan dos trabajadores cabizbajos, presurosos. Llevan gorros tipo chapska, gruesas pellizas que casi arrastran por la nieve. Liv ha muerto, pero todo sigue obscenamente igual, la serrería, el patio iluminado. Lo más indignante es esa indiferencia de todo y de todos, los horarios que siguen su curso, las rutinas que sin vacilar ya se han olvidado de ella o que nunca la tuvieron en cuenta. Miro el termómetro. La temperatura es de veinte grados bajo cero. No hay ventisca. Se escucha con claridad el crujido de los tejados, de los canalones macizados por el hielo. Dentro los radiadores desprenden un calor humano, tumefacto, casi asfixiante. Un accidente, oigo que dicen unos; morir así, dicen otros. La función comienza o termina, no se sabe.
 
Ignacio Ferrando (España, 1972).

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