Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

martes, 10 de agosto de 2021

Venecia: EL HOTEL ENCANTADO, de Wilkie Collins

"¡Era, cuando menos, una rara coincidencia que los acontecimientos la llevasen inesperadamente a Venecia!"

(Párrafo final del capítulo XV)

Agnes guardó la carta y sintiéndose agitada, se refugió unos minutos en su habitación. A su primera y lógica sorpresa y excitación ante la perspectiva del viaje le siguió una impresión menos agradable. Recobrando su acostumbrada compostura, recordó las fatídicas palabras con que se despidió de ella la condesa: "Nos volveremos a ver... aquí, en Inglaterra, o en Venecia, donde mi marido murió, pero será la última vez." ¡Era, cuando menos, una rara coincidencia que los aconte- cimientos la llevasen inesperadamente a Venecia! ¿Estaba aquella mujer de palabras misteriosas y ojos ardientes todavía en América? ¿Otros acontecimientos, también inesperados, la habrían llevado a Venecia? Agnes se levantó de su asiento, avergonzada de su momentáneo abandono a lo que no era sino una actitud supersti- ciosa. Llamó con la campanilla y envió por las niñas, anunciando a la servidumbre su inmediata partida. El ruidoso regocijo de las niñas y la precipitación con que hubo que hacer el equipaje contribuyeron a devolverle su energía. Rechazó despreciándolo, cualquier clase de presentimiento. Llegaron a Dublín aquel mismo día. Dos días después estaban en París.
 
Wilkie Collins (Inglaterra, 1824-1889).

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