"Los tres sabios, que eran astrólogos, familiarizados con las conjunciones peculiares que anunciaban su nacimiento, también habían seguido la estrella gloriosa..."
(Fragmento del capítulo 6: El taumaturgo)
- ¿Y ahora le has visto? Sonrió con benignidad.
- ¡Oh!, le vi por primera vez en el pesebre de Belén,
cuando seguí la gloriosa estrella que anunció su nacimiento. Y esto no fue
todo, pues con mis propios ojos vi las dos humildes bestias de carga que
simbolizaron su nacimiento.
Alzó un dedo y su voz se hizo baja y misteriosa.
- El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su
amo. Incluso aquellos animales parecían saber que formaban parte de un gran
acontecimiento.
- Pero ¿no había nadie allí que asistiera a la madre en
su nacimiento?
- Su marido José le ayudó, pero Dios permitió que el
niño naciera sin dolor.
- Sin embargo -pregunté-, ¿por qué estaban en el
pesebre?
- Tal fue la profecía del buey y el asno -dijo- aunque
indudablemente no había habitación en la posada, pues muchos habían venido a
empadronarse en el lugar de su nacimiento.
Por tanto, ¿también José era de Judea?
- De la Casa de David, como
María.
- ¿Hubo alguien más allí?
- Los tres sabios, que eran astrólogos, familiarizados
con las conjunciones peculiares que anunciaban su nacimiento, también habían
seguido la estrella gloriosa, y llegaron poco después que yo. Pero no se
demoraron en partir pues temían que Herodes el Grande les descubriera y
destruyera al niño del que decía la profecía que crecería y llegaría a ser el
Rey de Reyes.
Gaspar, Melchor y Baltasar habían mirado en la cuna
fabricada por el artesano y se habían quedado convencidos de que éste era el
niño Prometido en las Escrituras. y Gaspar, arrodillándose a orar, había
murmurado solemnemente:
- Surgirá una estrella de Jacob, y un cetro surgirá en
Israel.
Taylor Caldwell
(Estadounidense nacida en Inglaterra, 1900-1985).
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