Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

jueves, 24 de abril de 2014

Viernes santo: DÍA 13, de Ramón López Velarde

Mi corazón retrógrado
ama desde hoy la temerosa fecha
en que surgiste con aquel vestido
de luto y aquel rostro de ebriedad.
 
Día 13 en que el filo de tu rostro
llevaba la embriaguez como un relámpago
y en que tus lúgubres arreos daban
una luz que cegaba al sol de agosto,
así como se nubla el sol ficticio
en las decoraciones
de los Calvarios de los Viernes Santos.
 
Por enlutada y ebria simulaste,
en la superstición de aquel domingo,
una fúlgida cuenta de
abalorio humedecida en un licor letárgico.
 
¿En qué embriaguez bogaban tus pupilas
para que así pudiesen
narcotizarlo todo?
 
Tu tiniebla
guiaba mis latidos, cual guiaba
la columna de fuego al israelita.
Adivinaba mi acucioso espíritu
tus blancas y fulmíneas paradojas:
el centelleo de tus zapatillas,
la llamarada de tu falda lúgubre,
el látigo incisivo de tus cejas
y el negro luminar de tus cabellos.
 
Desde la fecha de superstición
en que colmaste el vaso de mi júbilo,
mi corazón obscurantista clama
a la buena bondad del mal agüero;
que si mi sal se riega, irán sus granos
trazando en el mantel tus iniciales;
y si estalla mi espejo en un gemido,
fenecerá diminutivamente,
como la desinencia de tu nombre.
 
Superstición, consérvame el radioso
vértigo del minuto perdurable
en que su traje negro devoraba
la luz desprevenida del cenit,
y en que su falda lúgubre era un bólido
por un cielo de hollín sobrecogido...


Ramón López Velarde (México, 1888-1921).

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