Esta obra de Santiago Roncagliolo, escritor peruano radicado en España, corresponde al género de la novela negra y acontece precisamente durante el período de la cuaresma que estamos viviendo. Comienza cuando el carnaval está terminando para dar paso al miércoles de ceniza y culmina durante la semana santa. Abril rojo recibió el premio Alfaguara en 2006.
La narración nos introduce en el primero de los crímenes cometidos con el inconfundible lenguaje de la burocracia judicial, como un informe del fiscal Félix Chacaltana -quien será el protagonista de la historia-, y que es posible leer en otra de las entradas en este mismo blog.
Recurriendo a los elementos más característicos del género, el texto presenta varias innovaciones. Por ejemplo, el personaje no es ya un detective sino un fiscal adjunto, es decir, un hombre que forma parte del sistema y que en determinado momento recibe como respuesta: "En este país no hay terrorismo, por orden superior". Chacaltana que parece un hombre sumiso a los dictados del aparato político (Abrió la boca y dijo con toda la convicción de la que fue capaz: "Sí, señor") decide proseguir por su propia cuenta la investigación de un caso oficialmente cerrado para descubrir la verdad. Y es en este punto donde radica, en esencia, su naturaleza genérica.
También recurre al humor negro, como el lenguaje empleado para redactar los informes del protagonista: "... para incrementar la colaboración del detenido, se le practicó una técnica de investigación consistente en atar sus manos a la espalda y dejarlo colgar suspendido del techo por las muñecas, hasta que el dolor le permita proceder a confesar sus actos delictivos."
La lucha entre la milicia y los terroristas de Sendero Luminoso es el tema que le permite a Roncagliolo elaborar su propia lectura de la realidad peruana a través de una intriga que trasciende las fronteras del mero policíaco. La acción tiene lugar en la provincia de Huamanga, donde se encuentra ubicada la ciudad de Ayacucho -cuyo carnaval es una tradición autóctona, considerado "patrimonio de la nación", y su celebración de la semana santa es una de las más notables en el mundo cristiano-. Por cierto, su nombre en lengua quechua significa "morada del alma" o "rincón de los muertos", lo cual no dejaría de encerrar un cierto simbolismo implícito respecto al tema que aborda.
Santiago Roncagliolo (Perú, 1975)
La ilustración corresponde a una fotografía del carnaval de Ayacucho.
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