Apenas un parpadeo y ya se ha esfumado el primer mes del año. Para decirlo con palabras de Gabriela Mistral: "Así se va la vida, medio en trabajar, medio en callarse..." Enero, el mes de las promesas y los buenos propósitos que muchas veces ni siquiera llegan a cumplirse para esta fecha:
Ayer arranqué la última hoja
de enero, un mes sombrío.
Se ha ido con su húmedo frío
que hasta los augurios moja.
Y es que enero, en el hemisferio norte en el que vivo, es el mes más invernal del año, con un clima helado y constante lluvia. Además de ese viento al que se refería Miguel Hernández en su poema Viento de enero:
¿Qué quiere el viento de enero
que baja por el barranco
y violenta las ventanas
mientras te visto de abrazos?
Derribarnos, arrastrarnos.
Derribadas, arrastradas
las dos sangres se alejaron.
¿Qué sigue queriendo el viento
cada vez más enconado?
Separarnos.
Juan Ramón Jiménez describía a su manera este clima, en Las tardes de enero.
Va cayendo la noche: la bruma
ha bajado a los montes el cielo;
una lluvia menuda y monótona
humedece los árboles secos.
Y continúa su lamento más adelante:
¡Cómo cae la bruma en el alma!
¡Qué tristeza de vagos misterios
en sus nieblas heladas esconden
esas tardes sin sol ni luceros!
Para concluir con un tono aún más dramático:
Los jardines se mueren de frío;
en sus largos caminos desiertos
no hay rosales cubiertos de rosas,
no hay sonrisas, suspiros ni besos.
¡Como cae la bruma en el alma
perfumada de amor y recuerdos!
¡Cuantas almas se van de la vida
estas tardes sin sol ni luceros!
No soy partidario del formato del haiku, que además somete la brevedad de su encanto a la camisa de fuerza de unas sílabas rigurosamente limitadas. Poetas en nuestro idioma como Juan José Tablada y Mario Benedetti, fueron asiduos del género. Sin embargo, es innegable la belleza contundente de algunos. Como en este caso, de Jorge Martínez Ruiz:
Lluvia de enero,
un murmullo de gotas
en la hojarasca.
Para terminar con el mes que se va, la estrofa de una vieja canción de hace treinta años, cuando todavía éramos jóvenes quienes ahora hemos rebasado la juventud, pero no las ilusiones. La denominada nueva trova cubana estaba de moda y Amaury Pérez cantaba aquella que se llamaba Hacerte venir:
"Si yo pudiera hallar lugar y amarte aquí, desvistiendo las tantas horas de quietud, guardar lo inmenso de ese olor a fin de enero ya por vivir, si yo pudiera de donde estoy... hacerte venir".
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