BC, en este caso, no significa British Columbia (Columbia Británica), que es la provincia canadiense en la que radico, tampoco Baja California, como supondría cualquier mexicano que lea el presente texto -y negra podrá tornarse después de las elecciones el próximo fin de semana-. No, se trata de una abreviatura de Barcelona para denominar su encuentro anual de novela negra, que tiene lugar a principios de febrero. Este año llega a su sexta edición.
Cabe la acotación de que su denominación no es excluyente del género policíaco. Me explico. Tratándose de un encuentro de novela negra, incluidos ciclos de cine, podría suponerse que se apliquen límites genéricos para los participantes, pero ya se sabe que en ocasiones las fronteras entre ambos pueden desbordarse y llegar a confundir las premisas que los definen. Aunque en otros casos, las diferencias que se establecen son tan claras como el hecho de que Agatha Christie escribió novela policíaca y jamás rozó, ni siquiera por casualidad, la novela negra, en tanto que Raymond Chandler y Dashiell Hammett fundaron los arquetipos más célebres de ésta: Sam Spade y Philip Marlowe.
Como muestra de lo anterior, me entero de que Paco Camarasa, comisario para este encuentro, es también propietario de una librería en Barcelona que se llama precisamente así: Negra y criminal. Por cierto, se refiere con entusiasmo muy válido al hecho de que el evento ha ido creciendo y ganando peso con los años. Se concede el premio de novela Pepe Carvalho, entre cuyos ganadores se cuenta Andreu Martín, tal vez el depositario más evidente de la herencia de Manuel Vázquez Montalbán, a cuya memoria dediqué mi primera novela: Decir adiós es morir un poco. En la columna a la derecha de este espacio aparecen algunas reseñas al respecto, en una de las cuales, publicada por la Universidad Complutense de Madrid, se establece que el modelo a seguir fue el de Chandler y el homenaje que a su vez implica el nombre del protagonista, Felipe Mar Law, para Philip Marlowe.
Creo que lo más prudente será esperar hasta que el encuentro haya finalizado para tratar de establecer las conclusiones respectivas. Por supuesto que pienso mantenerme al pendiente ya que se trata de mera ficción, como nos gusta a quienes sólo sabemos disparar palabras. Mientras que en México, como sucedió en mi Tampico natal hace sólo unos meses, y ahora acontece en Guadalajara, experimentan en carne viva su propia novela negra cotidiana. Tal vez para concederle la razón a Andreu Martín cuando afirma: "Estoy harto de que la realidad no sea verosímil".
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