Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

martes, 28 de junio de 2011

Páginas ajenas: ÍTACA, de Constantino Cavafis


Cuando emprendas el viaje hacia Ítaca,
ruega que el camino sea largo
y rico en aventuras y descubrimientos.
No temas a lestrigones, a cíclopes o al fiero Poseidón;
no los encontrarás en tu camino
si mantienes en alto tu ideal,
si tu cuerpo y alma se conservan puros.
Nunca verás los lestrigones, los cíclopes o a Poseidón,
si de ti no provienen,
si tu alma no los imagina.

Ruega que tu camino sea largo,
que sean muchas las mañanas de verano,
cuando, con placer, llegues a puertos
que descubras por primera vez.
Ancla en mercados fenicios y compra cosas bellas:
madreperla, coral, ámbar, ébano
y voluptuosos perfumes de todas clases.
Compra todos los aromas sensuales que puedas;
ve a las ciudades egipcias y aprende de los sabios.

Siempre ten a Ítaca en tu mente;
llegar allí es tu meta; pero no apresures el viaje.
Es mejor que dure mucho,
mejor anclar cuando estés viejo.
Pleno con la experiencia del viaje
no esperes la riqueza de Ítaca.
Ítaca te ha dado un bello viaje.
Sin ella nunca lo hubieras emprendido;
pero no tiene más que ofrecerte,
y si la encuentras pobre, Ítaca no te defraudó.

Un bello candil arde y brilla,
cada flama produce una pasión lasciva,
un lujurioso impulso.

El cuarto, sólo iluminado
por esa luz tibia del candil,
produce un calor sensual
que no es para cuerpos tímidos.


Contantino Cavafis (Grecia, 1863-1933)

(Traducido del griego por Cayetano Cantú).

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