El elemento poético se manifestaba
también en las fiestas y danzas alegres o satura del carnaval popular, uso que se remonta, sin ningún género de duda, a
una época anterior a la separación de las razas. No faltaban en estos juegos los
cantos, acompañamiento ordinario y casi imprescindible de las fiestas públicas,
de las nupcias, etcétera. En ellas se veía a muchos bailadores o muchas
cuadrillas de bailadores mezclar sus pasos y sus figuras, y los cantos se
modulaban en forma de drama, en los que reinaban naturalmente el buen humor, la
broma y muchas veces hasta la licencia más desenfrenada. Tal fue el origen de
las canciones de estrofas alternas, conocidas más tarde bajo el nombre de fesceninnas, y de la comedia popular primitiva,
cuyo germen encontró un terreno muy propicio en el genio cáustico de los
italianos, en su vivo sentimiento de las cosas exteriores, en su amor al
movimiento cómico, al gesto y al disfraz. Pero nada se ha conservado de los
orígenes de la epopeya y del drama romanos. Los cantos de los antepasados se
fundaban solo en la tradición, lo cual se comprende fácilmente, e inclusive se
tiene prueba de ello en el hecho de que comúnmente eran recitados por los niños. En los tiempos de Catón el
Mayor habían desaparecido por completo. En cuanto a las comedias, si es que se
les quiere dar este nombre, no fueron por mucho tiempo más que improvisaciones
sencillas y fugitivas. Así, de toda esta poesía, de toda esta melodía popular,
no podía salir nada más que el ritmo, el acompañamiento musical o el coro, y
quizás el uso de la máscara.
Theodor Mommsen (Alemania, 1817-1903). Obtuvo el premio Nobel en 1902.
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