Regresa la primavera a Vancouver.

lunes, 18 de junio de 2018

Solsticio: SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO, de William Shakespeare

 
Acto segundo; escena primera

Un bosque cerca de Atenas.

Titania: ¡Ésas son invenciones de los celos! Que nunca, desde los albores del solsticio, de verano, nos vemos en montaña o valle, en bosque o en pradera, junto a la abrupta fuente, en la juncosa margen del arroyo o al borde de la costa marina para danzar nuestros corros al silbido del viento, sin que vengas a turbar nuestros juegos con tus alborotos. Por eso los aires, llamándonos en vano con su música, han absorbido, como en venganza, las nieblas contagiosas del mar, las cuales, cayendo sobre los campos, han llenado de tanta soberbia a los más humildes ríos, que han rebasado sus riberas. El buey ha jadeado por ello inútilmente bajo su yugo; el labriego, perdido su sudor, y el verde grano se ha podrido antes de lograr su tierna barba. El redil permanece vacío en el campo anegado y los cuervos se ceban en los rebaños muertos. La moresca de los nueve se halla cubierta de fango, y por falta de pisadas es imposible distinguir en la bulliciosa pradera el singular laberinto. Los mortales precisan aquí su invierno. Ya no se santifican las noches con cánticos ni villancicos. Por eso la luna, soberana de las ondas, pálida en su furor, humedece de tal modo los aires, que abundan las enfermedades reumáticas y, a favor de tan mala temperatura, vemos alteradas las estaciones. La cana escarcha cae en el fresco regazo de la encarnada rosa, y sobre la corona de hielo el yerto y vetusto invierno se pone como por burla una guirnalda de olorosos capullos. La primavera, el verano, el fértil otoño, el enojado invierno, cambian sus acostumbradas libreas; y el mundo, asombrado por esta progresión, no distingue tal de cual. Y esta misma progenie de males proviene de nuestras querellas y disensiones. Nosotros somos sus padres y engendradores.
 
William Shakespeare (Inglaterra, 1564-1616)

(Traducido del inglés por Luis Astrana Marín)

Nota: Algunos traductores, como es el caso de Luis Astrana Marín, consideran más preciso para el título de la obra en español Sueño de una noche de San Juan. Sin embargo, para referirme a ella he optado por su versión literal, Sueño de una noche de verano, por ser la más conocida.

La ilustración corresponde a The Quarrel of Oberon and Titania (1849), de Sir Joseph Noel Paton.

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