Regresa la primavera a Vancouver.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Para documentar el morbo: LAS RELACIONES ENDOGÁMICAS DE VARGAS LLOSA


Casi todos los que conocen la obra de Mario Vargas Llosa tienen una referencia, aunque sea lejana, de Julia Urquidi. Quienes leímos La Tía Julia y el escribidor, podemos decir que la conocimos, a partir de esa primera impresión que narra Varguitas, protagonista de la novela y alter ego del autor: "la recién llegada, en bata, sin zapatos y con ruleros, vaciaba una maleta".
 
La dedicatoria de la novela no deja margen a la duda: "A Julia Urquidi Illanes, a quien tanto debemos yo y esta novela". La tía se lo agredeció afirmando que le gustaban algunos pasajes pero se sentía un tanto amargada de que hubiese puesto su vida al descubierto. O por decirlo parafraseando a mi querida amiga Narda Solís: "su vida privada se volvió del dominio público".
 
Fue hasta que adaptaron la obra de Vargas Llosa al formato de telenovela, que ella se disgustó, porque sentía que la presentaban como una seductora de menores y nada más ajeno a la realidad -aseguraba-, lo que la motivó a escribir su propia respuesta: Lo que Varguitas no dijo, publicada en 1983.
 
Cuando se conocieron en Bolivia, Julia tenía 19 años y Vargas Llosa nueve: "Mario era un niño debilucho, engreído y antipático; toda la familia vivía alrededor de él y tenía conciencia de su privilegiada situación y sabía como aprovecharla. Parace que desde niño supo sacar ventaja de quienes lo querían." La hermana de ella, Ofelia Urquidi, estaba casada con Luis Llosa, a su vez hermano de la madre de Vargas Llosa. A eso se debe que se hayan conocido a tan temprana edad.
 
Diez años después, recién divorciada Julia, tuvo lugar el reencuentro con su respectiva relación pasional que aparece en las páginas de la novela:
 
"Se apartó y me miró con un brillo pendenciero en los ojos.
- No te olvides que he venido a Lima a buscarme marido -bromeó a medias-. Y creo que esta vez he encontrado lo que me conviene. Buen mozo, culto, con buena situación y con canas en las sienes.
- ¿Estás segura de que esa maravilla se va a casar contigo? -le dije, sintiendo otra vez furia y celos.
Cogiéndose las caderas, en una pose provocativa, me repuso:
- Yo puedo hacer que se case conmigo.
Pero al ver mi cara se rió, me volvió a echar los brazos al cuello, y así estábamos, besándonos con amor-pasión cuando oímos la voz de Javier:
- Los van a meter presos por escandalosos y pornográficos."
 
Es entonces que se tienen que fugar para casarse en Chincha, una población a doscientos kilómetros de Lima, ya que la familia no veía adecuada la relación entre ambos. Después de permanecer un tiempo en Perú se trasladan a Europa, primero a Barcelona y de allí a París. Para esa época, ante lo irremediable, ya la familia se ha resignado y acepta su matrimonio. Ofelia, la hermana de Julia, les pide que reciban a sus hijas, Patricia y Wanda. La primera de ellas estudia en la Sorbona y su amistad con Mario se transforma pronto en complicidad: pasan el tiempo juntos, van al cine, murmuran entre ellos, y Julia se empieza a sentir relegada y a sospechar que hay algo más. La situación no podía desembocar en otra cosa que no fuera una crisis del matrimonio, con intentos de suicidio incluidos. Cuando Wanda, la hermana mayor, muere en un accidente de aviación, Patricia se ve muy afectada y decide regresar a Lima.
 
Julia advierte a su marido y sobrino a la vez, distante, melancólico, pero él siempre evade la situación. Su carrera como escritor -aquella con la que soñaba Varguitas en el párrafo inicial de la novela: "En ese tiempo remoto, yo era muy joven y vivía con mis abuelos en una quinta de paredes blancas de la calle Ocharán, en Miraflores. Estudiaba en San Marcos. Derecho, creo, resignado a ganarme más tarde la vida con una profesión liberal, aunque en el fondo me hubiera gustado más llegar a ser un escritor."-, se consolida y La Ciudad y los Perros obtiene el premio Biblioteca Breve de Seix Barral. Le solicita a Julia permiso para visitar Lima con el fin de recabar datos para su nuevo proyecto, La Casa Verde, ella se lo permite y Vargas Llosa ya nunca vuelve a su lado.
 
El reencuentro con Patricia era predecible y con cobardía epistolar le anuncia el rompimiento definitivo a Julia, quien lo describe con sus propias palabras: "Tenía fe en él y una gran confianza. No me equivoqué en lo literario. Como hombre me defraudó. Cuando ya su nombre empezó a ser conocido y tenía una vida nueva me excluyó. Lo anterior ya no servía. Ahora tenía que ascender con nuevas emociones y relaciones. Los sacrificios de quien tanto le había dado ¿qué importancia tenían? Eso ya no valía nada. Ya logró lo que quería. Borrón y cuenta nueva. Sólo importaba él."
 
Julia retornó a Bolivia y Vargas Llosa siguió adelante con el plan de casarse con su prima Patricia. Faltaba cubrir un requisito indispensable para la boda: el acta de ella en Cochabamba, Bolivia. Entonces le escriben a la tía Julia para que les haga el favor de obtenerla y enviárselas. Después, no sólo se casarían, sino que hasta tuvieron tres hijos: Álvaro, Gonzalo y Morgana.
 
Julia Urquidi falleció el pasado 10 de marzo, en Bolivia, a la edad de 84 años. De manera que su relación con Mario Vargas Llosa atravesó por estas fases: tía, esposa, ex esposa y, más tarde, tía abuela de sus hijos. Ya no alcanzaría a enterarse de que él recibió el Nobel. A saber cuál habría sido su reacción. Patricia fue su prima hermana y es, hasta la fecha, su esposa. El caso de Ofelia Urquidi resulta un tanto más curioso, puesto que fue tía de Vargas Llosa, más tarde se convirtió en su cuñada, luego en su suegra y, por último, en abuela de sus hijos. Una muestra de como la realidad puede fácilmente superar a la ficción, con todo y premio Nobel.

 
La ilustración es una fotografía de Mario Vargas Llosa con Julia Urquidi.

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