Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

miércoles, 3 de julio de 2024

Mirándolas dormir: EL AMANTE y EL AMANTE DE LA CHINA DEL NORTE, de Marguerite Duras

"No quiero dormir en sus brazos, en su calor, pero duermo en la misma habitación..."

El amante

(Fragmentos)

Volvemos al apartamento. Somos amantes. No podemos dejar de amarnos.

A veces no regreso al pensionado, duermo a su lado. No quiero dormir en sus brazos, en su calor, pero duermo, en la misma habitación, en la misma cama. A veces falto al instituto. Por la noche vamos a cenar a la ciudad. Me ducha, me lava, me enjuaga, adora, me maquilla y me viste, me adora. Soy la preferida de su vida. Vive en el temor de que encuentre a otro hombre. Nunca temo algo parecido. También experimenta otro temor, no por el hecho de que sea blanca sino porque soy tan joven, tan joven que si nuestra historia se descubriera él podría ir a la cárcel. Me propone seguir mintiendo a mi madre y sobretodo a mi hermano mayor, no decir nada a nadie. Sigo mintiendo. Me río de su miedo. Le digo que somos demasiado pobres para que mi madre pueda entablar un proceso, que, por otra parte, todos los procesos que ha entablado los ha perdido, los entablados contra el catastro, contra los administrado- res, contra los directores, contra la ley, no sabe llevarlos a cabo, conservar la calma, esperar, seguir esperando, no puede, grita y arruina sus oportunidades. Con esto sucedería lo mismo, no vale la pena tener miedo.

(...)

Callan a lo largo de la noche. En el coche negro que la lleva al pensionado apoya la cabeza en su hombro. Él la abraza. Le dice que está bien que el barco de Francia llegue pronto y se la lleve y los separe. Callan durante el trayecto. A veces el hombre le pide al chófer que vaya a lo largo del río para dar una vuelta. Se duerme, extenuada, contra él. La despierta con sus besos.

"Él la había visto dormirse y fue entonces cuando ella se despertó."

El amante de la China del norte

(Fragmento)

No sabe si él duerme o no. Suelta la mano. No, no duerme al parecer. No sabe. Le da la vuelta a la mano, con mucha delicadeza, mira la palma de la mano, el interior, desnudo, toca la piel de seda cubierta de un fresco trasudor. Luego vuelve a colocar la cosa en el mismo sitio donde estaba en el brazo del asiento. La acomoda. La mano, dócil, se deja.

No se ve nada del chino, nada, ni el asomo de un despertar. Tal vez duerma.

La niña se gira hacia afuera, hacia los arrozales, el chino. El aire tiembla de calor.

Es un poco como si ella se hubiera llevado la mano en el sueño y la hubiera conser- vado allí.

Deja la mano lejos de ella. No la mira.

Se duerme.

Está dormida, parece.

Ella, en cambio, sabe que no, eso cree, que no. No se sabe.

¿Dormía el chino? Nunca lo sabrá. Nunca lo supo. Cuando ella se había despertado él la miraba. Él la había visto dormirse y fue entonces cuando ella se despertó.

Marguerite Duras
(Francesa nacida en Vietnam, entonces Indochina, y fallecida en Francia, 1914-1996).

(La traducción al español de El amante es de Ana María Moix.
la de El amante de la China del norte es de Beatriz de Moura).
Las ilustraciones corresponden a dos óleos del pintor ruso Serge Marshennikov.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario