"Los jardines se mueren de frío; en sus largos caminos desiertos no hay rosales cubiertos de rosas..."
Va cayendo la noche: La bruma
ha
bajado a los montes el cielo:
Una
lluvia menuda y monótona
humedece
los árboles secos.
El
rumor de sus gotas penetra
hasta
el fondo sagrado del pecho,
donde
el alma, dulcísima, esconde
su
perfume de amor y recuerdos.
¡Cómo
cae la bruma en en alma!
¡Qué
tristeza de vagos misterios
en
sus nieblas heladas esconden
esas
tardes sin sol ni luceros!
En
las tardes de rosas y brisas
los
dolores se olvidan, riendo,
y
las penas glaciales se ocultan
tras
los ojos radiantes de fuego.
Cuando
el frío desciende a la tierra,
inundando
las frentes de invierno,
se
reflejan las almas marchitas
a
través de los pálidos cuerpos.
Y
hay un algo de pena insondable
en
los ojos sin lumbre del cielo,
y
las largas miradas se pierden
en
la nada sin fe de los sueños.
La
nostalgia, tristísima, arroja
en
las almas su amargo silencio,
Y
los niños se duermen soñando
con
ladrones y lobos hambrientos.
Los
jardines se mueren de frío;
en
sus largos caminos desiertos
no
hay rosales cubiertos de rosas,
no
hay sonrisas, suspiros ni besos.
¡Como
cae la bruma en el alma
perfumada
de amor y recuerdos!
¡Cuantas
almas se van de la vida
estas
tardes sin sol ni luceros!
Juan Ramón Jiménez
(Español fallecido en Puerto Rico, 1881-1958). Obtuvo el premio Nobel en 1956.
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