Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

lunes, 27 de abril de 2015

Tu boca: EL SOL, EL PRIMERO, de Odysseas Elytis

"Oh mar de amaranto qué susurras dime desde temprano estoy en tu boca mañanera..."

(Primera parte)
 
VIII

Viví el nombre amado
a la sombra del olivo abuelo
en el murmullo del longevo mar.

Aquellos que me lapidaron ya no viven
con sus piedras construí una fuente
al borde se acercan pálidas muchachas
sus labios descienden desde la aurora
sus cabelleras se desmadejan profundamente en el futuro.

Llegan las palomas    niñitas del viento
beben    vuelan    para que la vida siga adelante
Lo aterrador del sueño se convierte en sueño
el dolor circunda la hermosa península
ninguna voz se pierde en los regazos del cielo.

Oh mar de amaranto    qué susurras    dime
desde temprano estoy en tu boca mañanera
en la cima donde aparece tu amor
veo el deseo de la noche que derrama los astros
el deseo del día que poda los brotes de la tierra.

Siembro en los campos de la vida miles de azucenas
miles de niños inmersos en el preciado aire
lozanos y hermosos niños que respiran bondad
y saben mirar fijamente los profundos horizontes
cuando la música eleva las islas.

Grabé el nombre amado
a la sombra del olivo abuelo
en el murmullo del longevo mar.

 
Odysseas Elytis (Grecia, 1911-1996). Obtuvo el premio Nobel en 1979. 
 
(Traducido al español por Carmen Chuaqui y Natalia Moreleón)
La ilustración corresponde al amanecer en la isla griega de Kimolos.

viernes, 24 de abril de 2015

Tu boca: MIRÁNDOLA DORMIR, de Homero Aridjis

"... sonríes con negligencia, con esfuerzo estás ahí, extraña para la luz precaria de la lámpara..."

(Fragmento)
 
Ágil, azul, irreversible desciendes a tu cuerpo; el insomnio de alguien te despierta; dócil miras tu desnudez, los  objetos vestidos de sí mismos; tus cabellos tocan la punta de tus hombros; hay un ojo rosado que se asoma más abajo de ti; se te oye respirar, mirar, ser tú; no argumentas, recomienzas enervada; hay una suspensión de todo, hay una pausa: sonríes con negligencia, con esfuerzo estás ahí, extraña para la luz precaria de la lámpara; puedo llevar mis dedos a la sábana, al tapete gris, eso es tocarte; nada te apremia; por hoy se ha hecho el sueño, lo que separa, el juego sutil: que duermas bien; no estás ahí, me estoy pensando desde adentro de algo que te mueve, te estoy llamando sin sentirlo; hay un ojo rosado que se apaga, unos párpados negros que miran sin mirar;  lo que une es lo diferente que se sueña; puedo llevar mis dedos a tu cuello, a la mesurada, blanda noche de tu boca, y no te toco: eso es matarme.
 

Homero Aridjis (México, 1940)

jueves, 23 de abril de 2015

Tu boca: EL SABOR DE TU BOCA, de Malgorzata Hillar

"Toco con los labios las hojas de los árboles..."

En medio del día
que se dobla
por el perfume del heno
busco el sabor
de tu boca.
 
Toco con los labios
las hojas de los árboles
el girasol
y la pared fría.
 
Cuando llega la noche
la bebo en soledad
con los labios pesados de sed
como fresas maduras.

 
Malgorzata Hillar (Polonia, 1926-1995).

lunes, 20 de abril de 2015

Tu boca: ECO, de Dan Desliu


Llevabas esa tarde un traje verde,
de brillo apagado, como el azogue de las fuentes profundas.

La luna había extendido su claridad de cera
sobre tus hombros dorados aún desde el Verano,
sobre tu frente, que parecía asombrarse de todo,
y sobre tu boca, un momento tan próxima a la mía.

Recuerdo que los árboles hacían escuchar una canción
desconocida para ambos...

Sonreías: tu sonrisa estaba hecha de recuerdos.
Movías suavemente tus dedos cincelados,
y yo tenía un millar de preguntas que hacerte
como, quizás, solamente se puede interrogar al mar inquieto.

Todas las palabras me parecieron tan superfluas
como las hojas muertas de Octubre sobre el suelo.

Escuchábamos arrastrarse lentamente el silencio,
como un zorro, entre las hojas amarillas.
 
Callábamos.
 
Callabas. Y la luna entre las largas ramas
aclaraba tus hombros dorados, esa tarde.
 
 
Dan Desliu (Rumania, 1927-1996)

(Traducido al español por Pablo Neruda)

lunes, 13 de abril de 2015

Tu boca: EL TAMBOR DE HOJALATA, de Günter Grass

 "Habíamos cargado ya nuestro equipaje. Debíamos replegarnos con el estado mayor del regimiento."
 
(Fragmento del capítulo 27: Inspección del cemento, o místico, bárbaro, aburrido)

¿Qué más puedo decirles? En nuestro sector, cerca de la desembocadura del Orne, desembarcaron los canadienses. Había que evacuar Bavent. Habíamos cargado ya nuestro equipaje. Debíamos replegarnos con el estado mayor del regimiento. En el patio del castillo había una cocina de campaña humeante. Rosvita me rogó que le trajera una taza de café, pues no había desayunado todavía. Un poco nervioso y temiendo que podríamos perder la salida del camión, me negué y hasta me puse algo grosero. Así que ella misma saltó del camión, corrió con su cazo sobre sus tacones altos hacia la cocina, y llegó junto al café caliente al mismo tiempo que un obús disparado por uno de los barcos atacantes.

¡Oh, Rosvita, no sé qué edad tenías: sólo sé que medías noventa y nueve centímetros, que por tu boca hablaba el Mediterráneo, que olías a canela y a nuez moscada y que sabías penetrar en el corazón de todos los hombres; sólo en tu propio corazón no penetraste, porque de otro modo te hubieras quedado conmigo y no habrías corrido a buscar aquel café tan caliente!

 
Günter Grass (Alemania, 1927-2015). Obtuvo el premio Nobel en 1999.

Con motivo del fallecimiento de Günter Grass, este párrafo de El tambor de hojalata, su novela más célebre, se inscribe en la serie de textos sobre el tema denominado "Tu boca", que he venido recopilando durante las últimas semanas. Bajo la etiqueta con su nombre es posible leer varias referencias a su obra:
Günter Grass
 
La ilustración corresponde a un fotograma de la película El tambor de hojalata (1979), de Volker Schlöndorff.

jueves, 9 de abril de 2015

Tu boca: CARTA A ELENA, de Jacques Darras


(Fragmento)
 
No hay otra religión.
No hay otro enlace que el de tus brazos.
Tus manos se posan sobre mis hombros.
Me mides con tus ojos, que están riendo.
Ríen desde el interior de sí mismos.
Tu boca está seria, tu boca se aproxima.
Tomas mi boca, me das la tuya.
No existe otra religión tan recíproca como el amor.
Las religiones son de amor desnaturalizado.
Las religiones son una imitación del amor.
 
 
(Il n’y a pas d’autre religion.
Il n’y a pas d’autre lien que celui de vos bras.
Vos mains se posent sur mes épaules.
Vous me mesurez avec les yeux, ils rient.
Ils rient à l’intérieur d’eux-mêmes.
Votre bouche est sérieuse, votre bouche s’approche.
Vous me prenez la bouche, vous donnez la vôtre.
Il n’y a pas de religion de l’échange comme l’amour.
Les religions sont de l’amour dénaturé.
Les religions sont une imitation de l’amour.)



Jacques Darras (Francia, 1939).
 
(Traducido del francés por Jules Etienne).

martes, 7 de abril de 2015

Tu boca: EL CALLEJÓN DE LOS MILAGROS, de Naguib Mahfouz

"La muchacha levantó la cabeza con los labios entreabiertos."

(Fragmento del capítulo 26)

- Eres lo más maravilloso que me ha sucedido en la vida... Eres una mujer fascinante..., muy hermosa...

La miró fijamente a los ojos y le levantó las manos, que seguía apretando entre las suyas, hasta llevarlas a la boca. Comenzó a besarle las puntas de los dedos, una por una. Al contacto de sus labios, Hamida se sintió traspasada por una corriente de electricidad. Dio un suspiro lleno de pasión. Él la rodeó con el brazo y la atrajo lentamente hacia su pecho, hasta que los senos de la chica se aplastaron contra él. Le acarició suavemente la espalda, mientras ella permanecía con el rostro hundido en su pecho.

- Tu boca -le susurró él.

La muchacha levantó la cabeza con los labios entreabiertos. Él apretó sus labios contra los de la chica y ella bajó los párpados como vencidos por el sueño. Él la levantó como a un niño y la llevó a la cama, con los pies colgando. Las zapatillas resbalaron y cayeron al suelo. La dejó suavemente sobre la cama y se inclinó sobre ella, con las palmas de las manos apoyadas en el colchón, para mirarla atentamente. Hamida abrió los ojos y al topar con los de él, éste sonrió tiernamente. Ella se quedó mirándolo, sin pestañear, con dulzura. Él, sin embargo, no había perdido el control de lo que hacía; su cerebro trabajaba siempre con mayor rapidez que sus emociones. No estaba dispuesto a desbaratar el plan que se había trazado de antemano. Se puso de pie y, tratando de no sonreír, le dijo:

- No hay prisa. A los oficiales norteamericanos no les importará pagar hasta cincuenta libras por una virgen.

Ella lo miró con asombro, sin la expresión lánguida de hacía unos instantes. Parecía estupefacta y dispuesta a tomar cartas en el asunto. Se incorporó, saltó al suelo y se abalanzó encima de él con un movimiento felino. Le abofeteó la cara furiosamente. La bofetada resonó en la habitación. Él permaneció inmóvil durante unos segundos y luego, la parte izquierda del rostro se le ensanchó con una sonrisa de sarcasmo. Con la rapidez del rayo dio un bofetón a la mejilla derecha de la muchacha. Luego, con igual fuerza, la abofeteó en la mejilla izquierda. El rostro de la muchacha palideció, le temblaron los labios, le tembló todo el cuerpo, sin control alguno. Se abalanzó contra su pecho clavándole las uñas en el cuello. Él no hizo nada para defenderse. La abrazó con fuerza, hasta casi hacerle crujir los huesos. Los dedos de la muchacha se aflojaron, resbalaron cuello abajo, hacia los hombros de él. Se sujetó de ellos con fuerza, levantando la cara con la boca abierta y temblando de pasión.


Naguib Mahfuz (Egipto, 1911-2006). Obtuvo el premio Nobel en 1988.

lunes, 6 de abril de 2015

Tu boca: CUANDO DUERMO, de Rubén Bonifaz Nuño

"Lloro encadenado al sueño triste como al pie del mástil solo de un barco."

Cuando duermo –lejos-, cuando la carne
no es más que una costra débil de niebla
sobre los endebles huesos,
y atrás de los dientes enmudece
contra el paladar la lengua, temblando;
cuando todo es blando y sin forma, espeso
-tal como si el sueño viniera
por los secretísimos caminos
que ha de recorrer la muerte algún día-,
siento que me llamas, y en tu boca
llega la canción que cantaste a oscuras
una vez, delante de mí.
Cantabas.
Y yo que te escucho paso en silencio.
Lloro encadenado al sueño triste
como al pie del mástil solo de un barco.
 
 
Ruben Bonifaz Nuño (México, 1923-2013)

domingo, 5 de abril de 2015

Tu boca: CRISTAL, de Paul Celan

"... siete rosas más tarde susurra la fuente."
 
En mis labios no busques tu boca,
ni delante de la puerta al forastero,
ni en el ojo la lágrima.
 
Siete noches más arriba el rojo va hacia el rojo,
siete corazones más hondo llama la mano a la puerta,
siete rosas más tarde susurra la fuente.
 
 
Paul Celan: Paul Antschel
(Poeta en lengua alemana nacido en Rumania y muerto en Francia, 1920-1970)

jueves, 2 de abril de 2015

Tu boca: LOS ARENALES VOLVIERON A SENTIR LA PRIMAVERA, de José Hierro

"Manzana fresca, tu boca reconforta el agridulce sabor del beso..."

Los arenales volvieron a sentir la primavera,
volvieron, esta noche de raíz otoñal,
a rehacer caricias, porque, sustancia del amor,
los dos nos abrazamos.
 
Adán y Eva, Paraíso,
como símbolo bíblico, prolongaron su savia
hasta la piel que, sol en la cercanía,
enfunda nuestro yo, agrupa los latidos.
 
Manzana fresca, tu boca reconforta
el agridulce sabor del beso y lleva
el calor de tu tierra del sur
a la fragua encendida de mi cuerpo.
Unificamos mi barro y tu sonrisa,
mi nostálgico sentir y tu esperanza
en un tálamo audaz y prisionero.
 
Es el mar otra vez, la lejanía
de un sueño acostumbrado, de un latido
entre cemento y humos quien nos crece,
nos crece y nos golpea por las venas.
Tu sangre, una aceituna verde,
madura en la almazara de mis brazos,
siento tu suavidad dorada en mi epidermis.
 
Adán, de nuevo, el Paraíso acerca
hasta el metro de tierra en que habitamos:
nos hemos repartido, dividido,
transformado, entregado... sólo,
sólo
y
únicamente
por
amor.
 
José Hierro (España, 1922-2002)