Tal y como me había comprometido a hacerlo cuando el número de visitantes a Mitos y reincidencias alcanzó la cifra de veinte mil, y en vista de que el texto con el título de Novela negra y seudónimos literarios del pasado 14 de febrero -fecha, por cierto, significativa para el hampa de Chicago ya que conmemora la célebre masacre de San Valentín de 1929-, se ha prestado a la confusión ya que se trata de una mera reflexión personal incitada por el encuentro BC negra 2011, que tuvo lugar en Barcelona, y no de una relación con los nombres de los autores del género que recurrieron a la seudonimia para publicar su obra. De tal modo que en esta ocasión me ocuparé de algunos escritores que adquirieron fama con su correspondiente seudónimo.
Comenzaré por dejar establecido que los más notables, como Dashiell Hammett, Raymond Chandler y James M. Cain, no acostumbraron el uso de un mote literario. El nombre completo del primero era Samuel Dashiell Hammett y algunas veces, sobre todo al principio de su carrera, cuando publicaba cuentos en la revista Black Mask, utilizó los seudónimos de Peter Collinson, Daghull Hammett, Mary Jane Hammett y Samuel Dashiell, aunque en este último caso ni siquiera debiera considerarse como tal debido a su obviedad. Las novelas El halcón maltés, La cosecha roja y El hombre delgado, fueron publicadas con su nombre auténtico. Raymond Chandler y James M. (por Mallahan) Cain, nunca escribieron bajo seudónimo.
Suele ubicarse a Ross Macdonald como el heredero más visible de la tradición iniciada por los citados Hammett y Chandler. Su nombre era Kenneth Millar y nació en un lugar llamado Los Gatos, en California, sus padres eran canadienses y por eso creció en la provincia de Ontario e incluso allí se casó en 1938. William Goldman describió su estilo como "la serie detectivesca más fina de todos los tiempos escrita en América". El nombre de su clásico personaje Lew Archer, está tomado de Miles Archer, socio de Sam Spade a quien asesinan al principio de El halcón maltés. Lo que Bogart representa en el cine para la obra de Hammett, es lo que Paul Newman significó para la de Macdonald, en películas como El blanco móvil y La piscina mortal.
Aun cuando en rigor no se trata precisamente un seudónimo, el caso de Patricia Highsmith, cuyo nombre era Mary Patricia Plangman, resulta interesante. Tejana de nacimiento, no conoció a su padre sino hasta que había cumplido los doce años. Tomó el apellido Highsmith de Stanley, su padrastro. Se inició como escritora cuandó tras una visita a México, en 1945, donde permaneció cinco meses en Taxco, escribió el volumen de cuentos En la plaza. La creadora del serial de Ripley publicó su primera novela, Extraños en un tren, cinco años después, la cual sería llevada al cine por Alfred Hitchcock con adaptación de Raymond Chandler. En 1952 apareció El precio de la sal, novela de tema lésbico con un sorpresivo final feliz, bajo el seudónimo de Claire Morgan. En 1989 fue reeditada como Carol. Nunca le molestó que juzgaran como misantropía su carácter introvertido: "Mi imaginación -aseguraba- funciona mucho mejor cuando no tengo que hablar con la gente."
James Hadley Chase, a quien se le conoce como el autor de No hay orquídeas para Miss Blandish y Con las mujeres nunca se sabe, se llamaba en realidad René Brazoban Raymond y aunque por lo general sus tramas se ambientaban en el período de la gran depresión estadounidense, en realidad era un inglés nacido en Londres que consultaba mapas y un diccionario de expresiones coloquiales para dotar de credibilidad a sus escenarios y personajes. También publicó bajo los seudónimos de James L. Doherty, Raymond Marshall y Ambrose Grant, este último para Más mortífero que el hombre. Sus novelas fueron frecuentemente adaptadas al cine y destaca de manera particular Eva, dirigida por Joseph Losey.
Si bien publicó La novia vestía de negro y el cuento La ventana indiscreta con su verdadero nombre de Cornell Woolrich, también era reconocido por su seudónimo de William Irish, al cual se acreditan novelas como Vals en la oscuridad. El nombre completo era Cornell George Hopley-Woolrich y La noche tiene mil ojos la firmó como George Hopley. Su obra ha sido objeto de múltiples versiones cinematográficas por parte de realizadores con el prestigio de Alfred Hitchcock, en el caso de La ventana indiscreta, y de Francois Truffaut, quien dirigió tanto La novia vestía de negro, con Jeanne Moreau, como La sirena del Mississippi, que adaptaba Vals en la oscuridad, con Jean Paul Belmondo y Catherine Deneuve como la pareja protagónica. Más tarde se volvería a filmar en inglés bajo el título de Pecado original, con Angelina Jolie y Antonio Banderas.
Salvatore Albert Lombino adoptó el apelativo legal de Evan Hunter cuando tenía veintiséis años, y su seudónimo favorito era el de Ed McBain, aunque también publicó como Hunt Collins, Curt Cannon, Richard Martsen, Ezra Hannon, John Abbott y alguna vez hasta como S. A. Lombino, que era su nombre auténtico. Si bien en el conjunto de su obra prevalece el género policiaco, una de sus novelas más notables fue Jungla de pizarras (Blackboard Jungle), que a su paso por el cine se volvería Semilla de maldad, drama sobre un maestro, la rebeldía y el racismo de sus alumnos de secundaria, a mediados de la década de los años cincuenta. Hunter escribió el guión para la película Los pájaros, de Alfred Hitchcock, adaptando una novela de Daphne du Maurier y también fue autor de libretos para la serie televisiva Columbo, los cuales firmó como Ed McBain. El cine francés recurrió en diversas ocasiones a sus novelas, destacando Lazos de sangre (Le Liens de Sang, aunque en España se exhibió como Laberinto mortal), dirigida por Claude Chabrol; y una de mis favoritas, Sin motivo aparente, sobre su novela Diez más uno (Ten Plus One), con un reparto encabezado por Jean-Louis Trintignant, Dominique Sanda y Laura Antonelli.
Mickey Spillane es como se conoce a Frank Morrison Spillane, un neoyorquino de Brooklyn que se inició escribiendo guiones para tiras cómicas como El Capitán América -lo cual es perceptible en el laconismo de sus diálogos y lo escueto de las descripciones-. Su primera novela, Yo, el jurado, apareció en 1946. Ha sido considerado uno de los autores más gruesos y menos literarios del género, creador del detective privado Mike Hammer y de la novela El beso mortal o Bésame moribunda (Kiss me, Deadly), que fue llevada al cine en 1955. Una traducción más actual circula en España con el título de Red Siniestra. La mejor herencia de Mickey Spillane al cine mexicano es, sin duda, la ingeniosa parodia Llámenme Mike, dirigida por Alfredo Gurrrola en 1979.
Boris Vian se hacía pasar por el traductor de Vernon Sullivan, un supuesto autor estadounidense de raza negra. Lo singular de su situación amerita ser abordada en un texto posterior.
Resulta curioso el hecho de que los novelistas del género en lengua española no recurren al empleo del seudónimo. Una lista muy amplia encabezada por los más destacados, Manuel Vázquez Montalbán y Andreu Martín, lo confirma. La excepción, notable por cierto, sería Honorio Bustos Domecq, el nombre urdido por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares para la serie de misterios resueltos desde la cárcel por Isidro Parodi, asunto del que ya me he ocupado con anterioridad:
http://mitosyreincidencias.blogspot.com/2011/02/proposito-de-seudonimos-honorio-bustos.html