Lisístrata
(Fragmento)
Coro de ancianos:
Una
historia quiero contaros,
que
escuché un día cuando era niño.
Érase
una vez un muchacho, Melanio,
que
rehuyendo el matrimonio llegó a un lugar desierto,
y
por los montes habitaba.
Cazaba
liebres con redes que trenzaba,
y
nunca más regresó a su casa, por esa aversión.
Hasta
tal punto aborrecía aquél a las mujeres, y nosotros,
ni pizca menos que Melanio, pues somos juiciosos.
Los caballeros
(Fragmento)
El paflagonio: Acepta ahora de mi este trozo de suculenta tarta.
El choricero: Pero yo te ruego que aceptes esta otra toda entera.
El paflagonio: Pero tú no tienes liebre que ofrecerle, y yo sí.
El choricero: ¡Caramba! ¿Dónde podía procurarme una liebre? Ingenio mío, es preciso
que inventes una buena jugarreta.
El paflagonio: ¿Estás viendo, desgraciado?
El choricero: ¡Bah! Pero ¡calla! Ahí vienen unos delegados que me traen varios sacos
de dinero.
El paflagonio: ¿Dónde, dónde? (Deja su plato para ir a ver).
El choricero: ¿Qué puede importarte? ¿Qué interés puedes tú tener? (Se apodera
del plato). Querido Demos: repara en este guisadito de liebre que te traigo.
El paflagonio: ¡ Maldición! Me has robado. Eso es una estafa.
El choricero: Por Poseidón, que lo mismo hiciste tú con los cautivos de Pilos.
Demos: ¿Quieres
decirme, por favor, cómo se te ha ocurrido la idea de este robo?
El choricero: La idea es de Atenea; el robo mío. Yo soy el que ha corrido el riesgo.
El paflagonio: Pero soy yo el que ha guisado el plato.
Aristófanes (Grecia, 446 a. C.-386 a. C.).
La ilustración corresponde a una escena de la adaptación de Lisístrata
al cine mudo, dirigida por Max Reinhardt en 1920.
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