Vancouver: atardecer en la bahía al final de la primavera. (Fotografía de Jules Etienne).

miércoles, 15 de mayo de 2024

Mirándolas dormir: AL FILO DEL AGUA, de Agustín Yáñez

"Mas la imagen volvió en sueños desapacibles, y allí se confundía..."

(
Fragmento final del capítulo 16)

Entonces volvía el desfile de los héroes novelescos, de los héroes periodísticos, que le cautivaron sus primeras ensoñaciones; desfile bruscamente interrumpido por la más inconcebible ocurrencia: don Román Capistrán en verdad no es tipo repugnante, nada tiene de ridículo... al contrario; es atractivo, vigoroso, desenfadado; la buena salud, la buena sangre le asoman por los colores y tersura del cutis; barba poblada, ojos claros, nariz fina, cejas nobles, pelo dócil, boca franca, dentadura luciente y canas que le dan majestad patriarcal; hombre fuerte, habituado al trato de las gentes, fácil de ademanes, contagiosa su risa, pronta su palabra y bien entonada...

María tuvo miedo de seguir esta imagen de su imaginación proterva.

Mas la imagen volvió en sueños desapacibles, y allí se confundía con la imagen de Damián, parejas en atractivos, en masculinidad, en atropellada fuerza sin respetos. Entre ambas ahuyentaron a los sueños, desde la media noche. Cerca de la cama yacían, amenazantes, las ropas largas, las ropas negras de ayer y de mañana.

Marta dormía el sosiego de la resignación.

Agustín Yáñez (México, 1904-1980).

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