Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

jueves, 15 de junio de 2023

Tampico: LAS VUELTAS DEL TIEMPO, de Agustín Yáñez

"La sonrisa de amarga ironía en el aeropuerto de Tampico..."

(
Fragmentos)

A su madre le pudo mucho lo que le sucedió a Natalia; pero ni por eso quiso recibirla ya en la casa. - Luego no hemos vuelto a saber más de ella. Que estaba en una casa en San Luis, que era mesera en Tampico, que la habían visto en México. Desde entonces la vieja no estuvo un día buena. ¡Es triste eso de vivir en donde a uno nadie lo conoce!

- Yo no conozco quién pueda comparársele en eso de saber ser amigo. Ahora ¿no sentirán remordimiento los que lo traicionaron, los que lo negaron?

- Si su padre no hubiera muerto, si no lo hubieran matado como lo mataron, las cosas habrían sido de otro modo. Natalia no se hubiera perdido. Su madre no hubiera muerto en la miseria, no la hubieran enterrado de caridad. La familia no hubiera andado rodando. Con lo que cuesta el atáud, éste, hubieran tenido para vivir dos, tres años. (Página 53)

(...)

... ayudas que yo ya pensar necesario, y en mismos lugares que yo pensar: ser fortuna buena acuerdo de mucha facilidad. Hacer convenio que hombres a confianza lo encuentren donde Tulancingo, quince días, luego. Yo haber tener Tuxpan antes caída Tampico en manos revolucionaristas o posible avance por ellos en sur. Era doce abril. Camino a México, en regreso, yo comprender donde Celaya, grave situación: el 9, hombres Huerta toman presos en Tampico a marinos de United States; Contral- mirante Mayo pide inmediata reparación a insulto, que Huerta no hace caso. Yo entender bien: Huerta juega carta desesperada por levantar patriotismo contra gringos odiados, y poner a revolución, así, en papel difícil. No mal carta que jugó Huerta. Yo tomo, entonces, decisión de no meterme a Mexico City; escapar yo por norte, camino a Quéretaro. Pero diablo decide ser cogido yo en Querétaro. (Página 186)

(...)

Y el señor Carranza... con las imágenes públicas, aglomeradas, las domésticas y las del reciente destierro. Figura impasible del que habiendo sido jefe máximo, aceptó el oscuro destino que podía depararle la llegada de tropas federales a su casa, la madrugada del 16 de abril de 1836, y la intromisión hasta su alcoba del general Navarro Cortina, que lo aprehendió a las tres y media de la mañana. La sonrisa de amarga ironía, en el aeropuerto de Tampico, al tomar el deportado una taza de café. Luego, las imágenes del abuelo jugando con sus nietos, en paisajes de fondo inconfundiblemente norteamericano, los ojos de tigre suavizados por la ternura y por el tiempo; las imágenes del hombre solitario, que pasea sus días, lejos de la patria. (Página 234)

Agustín Yáñez (México, 1904-1980).

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