Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

martes, 20 de junio de 2023

Tampico: PUÑOS DE TEXAS, de Robert E. Howard

"Slim había comprado un par de calzones de boxeo y zapatos para el ring en Tampico..."

(
Fragmentos)

El Sea Girl no llevaba más que unas cuantas horas de haber atracado en Tampico, cuando tuve una discusión con un cabezadura de un vapor vagabundo. No recuerdo de qué se trataba la discusión: creo que sobre barcos de vela contra barcos de vapor. De todos modos, la discusión se puso tan acalorada que me asestó un golpe. Debía de pesar cerca de cien kilos, pero era pan comido para mí. Le di un solo derechazo y lo dejé durmiendo bajo los restos de una mesa.

Con gran disgusto me volví para tomar mi tarro de cerveza, cuando noté que un grupo de tipos que acababa de entrar me miraba boquiabierto. Eran vaqueros de los alrededores, todos hombres blancos, altos, duros y larguiruchos, con sombreros de ala ancha, chaparreras de cuero, grandes espuelas mexicanas, escopetas y todo; serían unos diez en total.

(...)

Todos los vaqueros aullaron de júbilo y los mineros respondieron gritando burlona- mente, cuando apareció el capitán de la mina -el sujeto que la administraba-, un tipo llamado Menly.

- Nuestro hombre está en su tienda, Slim, poniéndose los pantalones -dijo-. Ten listo a tu peleador y será mejor que estemos atentos. He recibido aviso de que López anda por las colinas cercanas. La mina no está vigilada. Todo el mundo está aquí. Y aunque no hay mineral ni dinero para robar... enviamos el mineral ayer y la nómina aún no ha llegado; pero podría dañar los edificios y la maquinaria si quisiera.

- Tendremos cuidado, puedes apostarlo -aseguró Slim, y me guió hacia lo que iba a servir como mi vestidor. Eran dos tiendas de campaña montadas una a cada lado del ring que funcionaban como nuestros camerinos. Slim había comprado un par de calzones de boxeo y zapatos para el ring en Tampico, así que yo estaba dispuesto y arreglado.

Dio la casualidad de que subí primero al ring. Se escuchó un grito atronador, principal- mente de los vaqueros y, al ver mi físico viril, muchos comenzaron a sacar sus relojes y armas para apostar. La forma en que los mineros hacían sus apuestas demostraba que tenían una fe perfecta en su hombre. Y cuando mi rival subió al cuadrilátero un minuto después, casi se cimbraron las colinas con su rugido. Lo miré jadeante.

Relato publicado en la edición correspondiente 
a mayo de 1931 de Fight Stories.

Robert Ervin Howard (Estados Unidos, 1906-1936).

(Traducido del inglés por Jules Etienne).

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