(Fragmentos)
1
Allá por el año de 35
desembarcaron frente a Tampico los aventureros contratados por el general José
Ignacio Mejía. El coronel Gregorio Gómez los derrotó, capturó a veintitantos,
los fusiló. Bien hecho. Dos de ellos, Demoussent y Saucen, eran france- ses.
(...)
7
Su Excelencia el
general Santa Anna ha terminado su comida del mediodía. En una hamaca tendida a
la sombra de grandes árboles, dormita en espera del momento en que habrán de
comenzar las peleas concertadas con unos galleros de Guanajuato. Entre el
murmullo de las frondas y de las aguas en corriente, de los ganados y de los
peones, en medio de su somnolencia., don Antonio percibe un rumor diferente:
como si el mar embravecido hubiera entrado a tierra.
Se incorpora, trata de
captar los detalles de ese temblor sonoro que llega envuelto en viento de mar.
No le es desconocido, aunque casi lo había olvidado. Le basta medio minuto para
identificarlo y para comprender lo que sucede. Es el cañón que truena.
Mientras el temblor
arrecia, coro de doscientas voces de cañón, el Excelentísimo hace un balance de
sí mismo: el gobierno lo posterga y lo humilla; el presidente, los ministros,
los generales, los políticos o le odian, o le desprecian, o le envidian. El
pueblo, entretenido con la serie de sublevaciones que tienden a mejorarlo, pero
que lo empeoran, ha olvidado ya Tampico y El Alamo. Los periódicos, de vez en
cuando, hincan el diente en su vida privada, sus gallos, sus aventurillas. Parece
que la nación entera le ha vuelto la espalda.
Rafael Felipe Muñoz (México, 1899-1972).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario