La góndola volvía. Frente a
frente
estábamos, en esa inolvidada
vieja tarde de otoño, purpurada
por la sangre del sol en el poniente.
estábamos, en esa inolvidada
vieja tarde de otoño, purpurada
por la sangre del sol en el poniente.
Y porque te mostrabas
displicente
a tu mismo abandono abandonada,
se me antojó decir, sin decir nada,
lo que quiero ocultar inútilmente.
a tu mismo abandono abandonada,
se me antojó decir, sin decir nada,
lo que quiero ocultar inútilmente.
Callaste, y como al agitar el
rico
blasonado marfil de tu abanico
hubo una muda negación sencilla
blasonado marfil de tu abanico
hubo una muda negación sencilla
en la leve ironía de tu boca,
yo me quedé pensando en una loca
degollación de cisnes en la orilla.
yo me quedé pensando en una loca
degollación de cisnes en la orilla.
Evaristo Carriego (Argentina, 1883-1912).
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