Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Tu boca: COCOTTE, de Guido Gozzano


"Yo sólo amo las rosas que no cogí. Yo sólo amo las cosas que podían ser y no han sido…"
 
(Fragmentos)
 
I
 
Volví a ver el jardín, el jardincito
contiguo, las palmeras del vial,
la verja tosca desde la cual
me extendió el caramelo y la mano…
 
IV
 
Entre alegrías muertas y desengaños,
después de veinte años, hoy se reaviva
tu sonrisa… ¿Mas dónde estás, malvada
Señorita? ¿Estás viva? ¿Cómo engañas
(¡para ti es mejor ya no estar viva!)
el descenso terrible de los años?
 
¡Ay de mí! Desde que ni el colorete
ni el cosmético ya te favorecen
y el último amante de ti se fuera…
Uno, sólo uno: el duende pequeño
Al que diste un beso y un caramelo,
Tras veinte años, ahora te reencuentra
 
en sueños, te ama, en sueños, dice: ¡Te amo!
Desde aquella mañana de infancia pura
Sólo te he amado a ti ¡oh, criatura!
¡Quizá sólo a ti te amé! ¡Y te reclamo!
Si lees estos versos de reclamo
retorna a quien te espera, ¡oh, criatura!
 
Ven, ¿Qué importa si ya no eres aquella
que me besó de niño? Hoy te anhelo,
¡oh vestida de tiempo! ¡Te volveré a hacer bella
como Carlota, como Graciela,
cual todas las mujeres de mi sueño!
 
Mi sueño de abandono está nutrido,
de añoranza. Yo sólo amo las rosas
que no cogí. Yo sólo amo las cosas
que podían ser y no han sido…
Veo la casa, ¡ahí están las rosas
del bello jardín veinte años perdido!
 
Tras los barrrotes tu jardín intacto
entre eucaliptos ligures se ensancha…
¡Ven! Te acogerá el alma saciada.
Haz que yo vuelva a ver tu rostro ajado;
te besaré; florecerá en el acto,
en tu boca la última gracia.
 
 
Guido Gozzano (Italia, 1883-1916).
 
(Traducido al español por José Muñoz Rivas).

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