(Fragmentos)
Mico esperó a la entrada de la catedral brillantemente iluminada. El puerto de Tampico en la cálida selva nunca había conocido un baile como este. A pesar de que la moral pública había naufragado, nunca se había ideado algo tan impío: un gran carnaval en la casa de Dios. Esto, de hecho, fue una bofetada en la cara a todo lo que hasta entonces era respetable y sagrado.
Un gran letrero escrito en letras rojas sobre fondo blanco anunciaba:
BAILE GRATUITO PARA TODOS LOS REVOLUCIONARIOS
(...)
Esa calurosa mañana mientras Guard se bañaba y
afeitaba, no sólo en todo México se vivía una revuelta, sino que el mundo
entero comenzaba a moverse rumbo a la guerra. Las cañoneras de las grandes
potencias merodeaban por los rincones más lejanos de los cinco continentes para
apoderarse de los restos perdidos de lo que aún quedaba del imperio. En esta
apuesta imperial, el petróleo era el mayor factor. México y en particular el
sucio puerto de Tampico, estaban estrechamente alineados con los eventos que
marcarían una época.
La situación de México estaba alcanzando su propio y peculiar clímax. El partido de Carranza estaba ganando rápidamente la mano por todas partes. En Tampico, Yarza concentraba más y más tropas esa calurosa mañana.
(...)
Mico se preguntaba cómo Bartlett había adivinado que bebió absenta.
- Escuché que ayer enterraron a tu padre -comenzó
Bartlett-, vi el desafortunado choque desde mi oficina. Como un residente de
Tampico a otro, te quiero ofrecer mis condolencias. Esa clase de trances son
duros…
- Fue un gran golpe -tragó Mico, mirando la pesada leontina
de oro del reloj de Bartlett.
- Lo sé, lo sé -dijo Bartlett con un tono tan
tranquilizador que por el momento Mico se sintió triste.
Bartlett enfocó su mirada fijamente en los ojos de
Mico.
- ¿Qué piensas de nosotros, los americanos? No muy
bien, supongo.
Carleton Beals (Estados Unidos, 1893-1979).
(Traducido del inglés por Jules Etienne).
La ilustración corresponde a una fotografía antigua de la catedral de Tampico.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario