Vancouver: atardecer de verano en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

viernes, 28 de junio de 2024

Mirándolas dormir: UNA AVENTURA, de Adolfo Bioy Casares

"... estaba despierto para desear que Violeta estuviera dormida (...) vi a Violeta boca abajo en su cama."

(
Fragmento)

Llegué al hotel, por fin. Creo que sólo estaba despierto para desear que Violeta estuviera dormida y no presenciara mi entrada. El deseo se cumplió. A la luz de la luna, que se filtraba por las entreabiertas cortinas del balcón, vi a Violeta, boca abajo, en su cama. Me desvestí con gran esfuerzo y caí en la mía.

Desperté en medio de la noche, seguro de que algo había sucedido fuera de mi sueño. Desperté como quien está drogado, como quien, bajo la acción del curare, siente y no puede moverse. Vaya uno a saber qué tenía el vino que me dio Mónica. Otras veces bebí más, pero nunca me ocurrió esto. Después de un rato se entreabrió la puerta. El gigantesco Petit Bob penetró en la habitación, miró a un lado y otro, se dirigió hacia la cama de mi compañera, se detuvo un momento, se inclinó, como si bajara desde muy alto, la tomó suavemente de los hombros, la puso boca arriba, se echó encima. No me pregunten cuánto tiempo transcurrió hasta que se levantó el individuo. Lo vi sentarse en el borde de la cama, sacar un atado de cigarrillos, prender uno, ponerlo entre los labios de Violeta, sacar otro, prenderlo para él. En silencio los dos fumaron los cigarrillos, hasta que el hombre dijo:

- Esta noche hay dos que lloran.

Oí, como si me lastimara, la voz de Violeta.

- ¿Dos que lloran?

- Dos. Uno es Pierrot, tu enamorado. Lo obligué a que me apostara una comida que yo no estaría contigo esta noche. Espera afuera, en la nieve. Por lo que he tardado, sabe que perdió.

Oí de nuevo la voz de Violeta:

- Dijiste dos.

- El otro es ese, que está en la cama y se hace el dormido, pero vio todo y está llorando.

Adolfo Bioy Casares (Argentina, 1914-1999)

El texto íntegro es posible leerlo en Ciudad Seva.

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